Pasar al contenido principal

En el evangelio del Jueves Santo leemos el conocido relato del evangelio de Juan que presenta Jesús lavando los pies de sus discípulos (Jn 13,1-15). Este gesto de servicio resulta impactante porque muestra una gran humildad por parte de Jesús, pero este impacto puede hacer que pasen desapercibidos elementos interesantes del relato.

El primer versículo es una solemne introducción que vale para todo el discurso de despedida (13,1 - 17,26) y el relato de la pasión y la muerte (18,1 - 19,42). Menciona la hora de Jesús como punto donde converge, en el 4º Evangelio, toda la acción y la predicación de Jesús. La hora es la hora de la muerte y la resurrección, es la hora de la glorificación, pero, sobre todo, es la hora del regreso a aquel que lo ha enviado: "Ahora me voy al que me ha enviado "(16,5).

Después del verso introductorio, el narrador cuenta que el diablo había puesto en el corazón de Judas la decisión de traicionar a Jesús. En la mentalidad bíblica el corazón no está relacionado sólo con la vida afectiva, sino que es el centro neurálgico que determina el ser y el existir de la persona. El corazón es razonamiento, pensamiento, planteamiento, voluntad, decisión. "Graba en el corazón estas palabras que hoy te doy" dirá el Deuteronomio (6,6) y en el libro de Job encontramos escrito: "Pon las palabras de Dios en tu corazón" (22,22). Pero Judas ha hecho diametralmente todo lo contrario, ha puesto en su corazón la decisión de traicionar a Jesús, es decir, el intento de llevar adelante todo lo que sea contrario a la acción y mensaje de liberación de Jesús. Más adelante el texto dirá que Satanás entró dentro de él (13,27). A diferencia de aquellos personajes que quedan llenos del Espíritu Santo (Elisabeth Lc 1,14; Zacarías Lc 1,67), Judas ha quedado lleno de Satanás para llevar a cabo todo lo contrario de lo que pueda ser una acción movida y inspirada por el Espíritu de Dios.

El versículo 3 parece que rompa la lógica de la narración: "sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios ya Dios volvía" son palabras que parecen más propias de la introducción y, en cambio, son puestas cuando ya se ha empezado a hablar de Judas. "Dejar a las manos" o "poner en las manos" es una expresión que tiene equivalentes en el Antiguo Testamento cuando Dios pone los enemigos a merced de alguien. Cuando en el desierto de Enguedí Saúl persigue David, éste tiene la oportunidad de capturar Saúl y matarlo, pero no lo hace. Los hombres de David le recuerdan el anuncio del Señor: "Pondré tu enemigo en tus manos y podrás hacer con él lo que quieras" (1Sa 24,1-11). La encontramos también en el libro de Job cuando Dios dice al acusador "Pongo en tus manos todo lo que tiene, pero a él no lo toques" (Jb 1,12). La expresión denota una situación de poder y de dominio.

¿Qué hace Jesús con el poder que el Padre ha puesto en sus manos? Evidentemente llevar a cabo las obras que el Padre le ha mandado, pero en cuanto a Judas, Jesús cambia la lógica de la destrucción del contrario y se propone llevar a cabo un acto diametralmente opuesto al poder: servir como un esclavo. La auténtica lección de Jesús nos lleva realizar una lectura del pasaje que vaya más allá de tomar nota de un acto de servicio ejemplar que debe ser imitado.

El comportamiento de Jesús lleva al descubrimiento profundo de que el auténtico servicio se coloca en las antípodas de cualquier situación de dominio. Evidentemente Pedro (en nombre de todos) esto no lo entiende y se resiste dos veces, pero Jesús le da a entender que el servicio es un elemento indisociable de la totalidad del proyecto de Jesús que Pedro debe compartir.

Jueves Santo 29 de Marzo de 2018

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.