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Después de una llamada a la vigilancia y de alentar a obrar fielmente antes del regreso del amo, sigue en el evangelio de Lucas un grupo de dichos añadidos que ponen de manifiesto que la respuesta a la predicación y al ministerio de Jesús son desiguales. Estos dichos los leemos en el evangelio de este domingo (Lc 12, 49-53). En los escritos evangélicos se encuentran presentes dos corrientes de pensamiento muy influyentes en el momento histórico en que se componen los textos: la corriente sapiencial vinculada a la cultura helenista y la corriente apocalíptica más propia del pensamiento judío. Los dichos que leemos pertenecen a esta corriente; es un lenguaje impactante y extraño, difícil de encajar en los esquemas de pensamiento contemporáneos.

"He venido a traer fuego a la tierra". El fuego en el Antiguo Testamento tiene una fuerte carga simbólica. Puede indicar la presencia de Dios, puede ser un elemento de purificación, puede actuar como instrumento de castigo. Aquí lo más apropiado es leer en texto en clave de juicio. Hay textos en el Antiguo Testamento que avalan esta perspectiva. "El Señor juzgará todos los mortales armado con la espada y con fuego." (Is 66,16) "Por eso dice el Señor de los ejércitos: Yo los pasaré por el fuego de la fragua, sólo así podré depurar a mi pueblo" (Jr 9,6). "El Señor, me hizo ver cómo convocaba el fuego para que ejecutara su juicio" (Am 7,4). Jesús se da cuenta, a medida que avanza su ministerio, que la infatigable proclamación del Reino de Dios provoca un antagonismo creciente; de un modo u otro habrá que tomar partido a favor o en contra, por eso habla del fuego que actuará como un juicio.

Lucas pone en boca de Jesús: "¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra ?. Para nada". Como es posible esto, cuando en el cántico de Zacarías dice que Jesús "guiará por caminos de paz" (1,79) ?, cuando los ángeles que anuncian el nacimiento de Jesús a los pastores cantan "y en la tierra paz a los hombres" (2 , 14) ?, cuando a la pecadora y a la mujer con pérdidas de sangre Jesús les dice: "vete en paz" (7,50 y 8,48)? y a los misioneros enviados los hace portadores de paz (10,6) y Él, una vez resucitado dice a los discípulos. "Paz a vosotros" (24,36) ?. Evidentemente que el fuego que ha de llegar a la tierra y la angustia asociada al bautismo (referencia a su muerte) que debe recibir a Jesús no pueden aportar la tranquilidad que da la paz. La paz no se dará a cualquier precio, en todo caso, deberá ser trabajada y ganada a costa de superar precisamente las divisiones.

Los resultados de la actividad de Jesús provocan separaciones y divisiones. Estas ya han sido pronosticadas en las narraciones de la infancia. En el relato de la presentación de Jesús en el templo, Simeón dice a María: "Este niño será motivo que muchos en Israel caigan y se levanten; será una bandera discutida. ... Así quedará clara la actitud escondida en el corazón de muchos "(Lc 2,34). La predicción de Simeón se concreta y radicaliza hasta el punto de que la división llegará hasta el corazón de las familias. De hecho, lo que decimos cumple la profecía de Miqueas "Porque el hijo insultará el padre, la hija se rebelará contra la madre, y la nuera, contra la suegra: los enemigos de cada uno serán la gente de su casa". Divisiones y separaciones son reflejo de situaciones que se daban - y se dan- en la vida de las comunidades cristianas. Hay quien para seguir a Jesús se han enfrentado con la mujer, el padre, la madre, los hijos. Hay enfrentamientos en las comunidades cuando se busca la mejor manera de seguir a Jesús. Por todas partes hay y habrá comunidades enfrentadas con el entorno social en el que viven. Por todo ello, Jesús avisa de antemano.

Domingo 20 durante el año. 18 de Agosto de 2019

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