Pasar al contenido principal

Leemos, en la segunda lectura de este domingo de la Ascensión, un fragmento del primer capítulo de la carta a los Efesios (1,17-23). Justo al comienzo, encontramos la expresión: "Padre glorioso" o "Padre de la gloria". Es una construcción rara en el lenguaje de la Escritura, une dos conceptos de contenido muy denso: gloria y Padre. "Kabod" es la palabra hebrea que se traduce por gloria. Su significado es "ser pesado". Algo que pesa es algo que tiene valor; de ello, por extensión, se aplica a algo que tiene importancia, honor, majestad. Así se explica que "kabod" sirva para hablar de la majestad y grandeza de Dios que se revela a los seres humanos. En el Antiguo Testamento la gloria de Dios se manifestó en la liberación de Egipto (Ex14,17s), en la donación de la Ley en el Sinaí (Ex 24,16), en el regreso del exilio (Is 44, 23). Aunque la gloria de Dios se manifiesta también en los hechos y en la muerte y resurrección de Jesús (Jn 11,40, 17,5), el término gloria forma parte del lenguaje propio y característico del hablar sobre Dios del Antiguo Testamento. En cambio, hablar de Dios Padre, dirigirse a Dios como Padre forma parte del lenguaje genuino de Jesús y por tanto del Nuevo Testamento. Con lo que decimos, se puede ver que la expresión "Padre de la gloria" une dos lenguajes del hablar sobre Dios; uno más afín al Antiguo Testamento, el otro propio del Nuevo. Con la introducción de esta fórmula el autor nos prepara para un tema que desarrollará más adelante en su escrito: la unión de paganos y judíos: "De dos pueblos ha hecho uno, derribando el muro que los separaba" (2 , 14). Así se ve cómo es posible que una comunidad, compuesta mayoritariamente por miembros de origen pagano, puede insertarse de pleno derecho en la historia de la salvación que comienza con la elección de Israel.

"A él lo ha constituido cabeza de la iglesia" (v.22). La iglesia en la carta a los Efesios ya no es la pequeña comunidad, el pequeño grupo de cristianos, sino la iglesia universal. Es una Iglesia que no renuncia a su pasado judío, más bien lo supera y, en la medida en que esta iglesia integra creyentes provenientes del judaísmo y del paganismo, adquiere una universalidad de intensidad hasta entonces desconocida. Si "Dios sometió todos las cosas bajo los pies de Cristo” (v.22) y en este todo se incluye la iglesia, significa que la realidad y la existencia de la iglesia se inscribe en un plan de Dios que abarca todo lo que existe. La iglesia tiene un papel ante las potencias, autoridades, poderes y soberanías de este mundo que se sitúan en el polo opuesto de lo que es la iglesia. Como dirá más adelante el autor, ella es la que tiene que hacer conocer las múltiples manifestaciones de la sabiduría (Ef 3,10).

Esta sabiduría no es la valorada por los griegos que buscaban a través de la filosofía. Los objetivos a conseguir indican que no cualquier sabiduría sirve para conseguirlos. Más bien se trata de la sabiduría mesiánica de que habla Isaías (11,2) o la que adquiere Josué para conducir su pueblo (Dt 34,9); es la que Pablo (bien conocido por el autor de Efesios) entiende que se fundamenta en el absurdo y la debilidad (1Co1,25). Es un don del Espíritu; es el complemento de la fe y el amor que los miembros de la comunidad ya tienen, tal como lo ha dicho el autor de la carta (Ef 1,15). Es la sabiduría que tiene como objetivo dar a conocer quién es Dios y hacer comprender el contenido de su revelación que tiene su punto álgido en la muerte y resurrección de Jesús, paso ineludible para que todo le sea puesto bajo sus pies.

Festividad de la Ascensión del Señor. 28 de Mayo de 2017

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.