Pasar al contenido principal

SOBERANÍA, SOLO LA DE DIOS
No existían, en tiempos de Jesús, unos funcionarios imperiales, dependientes de la administración central de Roma destinados a la recaudación de impuestos. Estos se cobraban por medio de un personaje, normalmente rey local del país conquistado, que mantuviera una escrupulosa fidelidad a Roma. El estado central determinaba la cantidad que había que pagar y el recaudador se apañaba para poder pagar esta cantidad. Para no quedar atrapado, normalmente se imponían gravámenes superiores a los que se habían de pagar en Roma. Esto provocaba que el pago de impuestos fuera soportado como una carga opresora.
El año 40 aC. el senado de Roma nombró Herodes el Grande rey aliado y amigo del pueblo romano. Era el hombre ideal para la tarea recaudatoria y de gobierno. Cuando murió el reino quedó repartido: Galilea y Perea fueron gobernadas por Antipas; Gaulanítida, Traconítida y Auranítida por Filipo e Idumea, Judea y Samaria por Arquelao, que pronto fue deportado y sustituido por gobernadores romanos, uno de los cuales fue Pilato. Todo ello explica que en la controversia que leemos en el evangelio de hoy (Mt 22,15-21) aparezcan los herodianos. Poco sabemos de ellos, ni tan solo sabemos si eran un grupo socialmente bien delimitado como lo eran los esenios, los fariseos o los saduceos, lo que sí sabemos es que apoyaban la política de los Herodes y simpatizaban con los romanos.
Los herodianos, instigados por los fariseos, se valen de la impopularidad que representaba pagar impuestos a los romanos para atrapar a Jesús en un dilema comprometido: Hay que pagar impuestos? Decir sí representaba aceptar despotismos de todo tipo por parte de los romanos; decir no era políticamente muy peligroso. Pero, al margen del problema social y político que representaba pagar o no pagar impuestos, estaba la cuestión religiosa. Recordemos que en las monedas, además de estar representada la imagen del emperador (la Ley (Dt 4,16-18) prohibía la imágenes de cualquier tipo), aparecía la inscripción "Tiberio César Augusto, hijo del divino Augusto ". Todo ello apunta a la condición divina del emperador. Los judíos no podían aceptar esto de ninguna manera. Para los fariseos el manejo de moneda romana era causa de impureza legal, por eso envían a los herodianos, pero en definitiva los más interesados
​​en la cuestión eran ellos porque lo que estaba en juego era el reconocimiento o no de la divinidad del césar.
Este texto es la delicia de los que defienden la separación del poder político del poder religioso, de la iglesia y el estado, del compromiso político y la creencia religiosa. La respuesta de Jesús no va por esos derroteros. La divinidad del césar y la de Dios no son dos divinidades confrontadas, en competencia la una respecto de la otra. De divinidad sólo hay una y es la de Dios, la de Yahvé. "Del Señor es la tierra y todo lo que se mueve, el mundo y todos los que lo habitan" dirá el salmo 24,1. Los derechos del césar quedan reducidos al ámbito de la gestión de los recursos necesarios para el funcionamiento de la sociedad, aunque en esta haya una injusticia social abrumadora, por eso Jesús dirá en la respuesta: dad al césar lo que es del césar. La divinidad, a pesar de ser pretendida por el césar, sólo es de Dios. A partir de aquí ya se sabe que toca: si se considera que el pago implica reconocer la divinidad del césar, no hay que darle nada; en cambio si se considera que la inscripción es literatura barata sin lugar a contenido, pagar el tributo no tiene ninguna consecuencia.
Las artimañas de los adversarios de Jesús se han girado en su contra. Los comprometedores se han visto ahora comprometidos. Buscaban un pronunciamiento de Jesús y son ahora ellos que deben pronunciarse aceptando o negando con toda la radicalidad la soberanía de Dios.
Domingo 29 durante el año 19 de Octubre de 2014

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.