Sin higos

SIN HIGOS

Dos acontecimientos muy impactantes: los galileos muertos por Pilato y los muertos en Siloé, sirvieron a Jesús para proclamar una insistente llamada a la conversión. Lo leemos en el evangelio de hoy (Lc 13,1-9), seguido de la pequeña parábola de la higuera que no da fruto. Esta parábola es una creación propia de Lucas, sin embargo, tiene algunas semejanzas con el canto de la viña del profeta Isaías (5,1-7). Quiso hacer Lucas una adaptación de este poema? No lo sabemos. Lo que sí podemos suponer es que conocía el texto y que las semejanzas ahí están. Las vemos, así como las diferencias.

La vid es la imagen del pueblo de Israel. En el texto de Isaías es el centro de atención del poema, en Lucas sirve de ubicación de la higuera. Para la viña, se sacan piedras y se construye una torre de guardia, para la higuera, se cava a su alrededor y se abona echando estiércol. Ambas son objeto de protección. Tanto de la viña como de la higuera el dueño espera productividad y ni una ni otra dan nada. Las diferencias son de peso, ellas nos abren a la singularidad del texto de Lucas. El evangelista especifica el tiempo que el dueño ha estado esperando el fruto: tres años. El fin de la viña es el abandono, que supone su desaparición, de la higuera no se explica su fin. En el canto a la viña es de ella de quien se espera fruto, a diferencia del texto de Lucas que se espera de la higuera. Lucas introduce un intermediario entre el dueño y la viña, el viñador, casi más interesado que el dueño en la prosperidad de la higuera.

Los tres años de espera, que ha tenido el dueño para recoger los frutos de la higuera, indican un tiempo simbólico. Tres apunta a una totalidad de tiempo. Cuando Lucas habla de tres días quiere indicar esa totalidad de tiempo. Tres días separan la muerte y la resurrección de Jesús (Lc 24,21); tres días se pasa Jesús en el templo discutiendo con los escribas (2,46). También en el Antiguo Testamento se encuentran ejemplos: tres días dura la plaga de las tinieblas (Ex 10,22) y tres días se pasa Jonás en el vientre de la ballena (Jn 2,1). Los tres años, pues, son la totalidad, el máximo de tiempo que el dueño se puede conceder esperando los frutos de la higuera.

Si consideramos la prohibición del Deuteronomio de no mezclar la viña con otras plantaciones (22,9), es de suponer que la higuera se encuentra al margen del terreno. Se encuentra en una situación marginal o de inferioridad respecto a la viña. Si a esta observación añadimos que Lucas centra la espera del fruto en la higuera y no en la viña, podemos deducir que Lucas está diciendo que, a la hora de dar resultados, se espera fruto de todos, se encuentren en la situación en que se encuentren.

De la higuera no se especifica el fin. No se sabe si al cabo del año dará fruto o será cortada. En Marcos la higuera, que no da fruto es fulminantemente maldita y termina secándose (11,12-14.20). En el contexto de las advertencias a la conversión, todo indica que se trata de la prórroga final, de la última oportunidad. Se han agotado los plazos generosos (tres años) y llega el momento de la decisión inapelable. Aquí resuena la predicación de Juan Bautista: "Ahora ... todo árbol que no da buen fruto es cortado y arrojado al fuego "(Lc 3,9). En el libro de Habacuc, la higuera que no da fruto es la señal del advenimiento triunfal de Dios que llevará el "desastre sobre el pueblo que mueve guerra contra Israel" (Ha 3,17).

A la higuera improductiva se contrapone la figura del viñador, dispuesto a conducirla a buen fin. A semejanza de Moisés, que intercede para que Dios apague el fuego del castigo (Nm 11,2), intercede para que no se produzca el fin de la higuera. El dueño / Dios detiene su enojo ante el más pequeño que suplica. Éste pondrá mucho de su parte, tanto, que la higuera no se salvará sin su esfuerzo.

Domingo 3 º de Cuaresma

3 de Marzo de 2013SIN HIGOS