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La liturgia cristiana poco usa el libro de los Números. Tan sólo el relato donde Dios da el Espíritu a quien quiere (11,25-29), la bendición vespertina de los sacerdotes (6,22-27) y el relato de la serpiente de bronce (Nm 21,4b-9) que leemos este domingo, en que abandonemos las lecturas del tiempo ordinario para celebrar la festividad de la exaltación de la Santa Cruz.
Se puede dividir el libro de los Números según los espacios geográficos donde ocurren los hechos narrados. Así tendríamos el escenario a los pies del Sinaí (1,1-10,10), el camino por el desierto (10,11-21,35) y la estancia en las estepas de Moab (22,1-36,13). Otra manera de dividir el libro puede llevarse a cabo considerando la generación del éxodo, que había estado en Egipto (cc. 1-25) y la generación que llegará a la tierra prometida (cc. 26-36). Esta separación suele hacerse en base a los dos censos expuestos en 1-4 y 26,1-65. Cabe decir, que uno de los puntos fuertes de la teología de Números es ilustrar que la generación, que salió de Egipto, debido a las murmuraciones contra Moisés y la desconfianza en el proyecto de Yahvé, no pisó la tierra prometida. Nuestra lectura afecta a esta primera generación y se inscribe en el escenario del camino por el desierto.
Fijémonos en los elementos de este pasaje. Dos eventos marcan y explican lo que ocurre en el episodio de la serpiente de bronce. El primero es la negativa del rey de Edom ceder el paso de Israel por su territorio (20,21) y la otra la victoria sobre las cananeos de Arad (21,3). Le negativa del rey de Edom obliga a Israel a dar un rodeo por una ruta más peligrosa y a prolongar su estancia en el desierto. La meta final se desvanece y esto genera el malestar del pueblo, que pierde la paciencia. La queja hay que sumarla a las otras quejas que aparecen en el libro (11,1-6; 12,1-15; 14,1.34-35; 17,6-14; 20,1-11). El segundo acontecimiento marca la gravedad de la queja que se produce justo cuando Dios ha intervenido a favor de su pueblo, dándole la victoria sobre los cananeos de Arad.
Sin ningún aviso previo aparecen las serpientes malignas que atacan el pueblo. Las serpientes de que habla Dt 8,15 que infestan el desierto terrible. El castigo desvela inmediatamente la conciencia de pecado en el pueblo que se dirige a Moisés, a quien hace un momento el criticaba, para suplicarle que interceda ante Dios para alejar el castigo. Llama la atención que el remedio a las picaduras de las serpientes consista en contemplar la imagen de una serpiente, y no ingerir un brebaje, a modo de antídoto. En las culturas de la antigüedad la serpiente era reconocida como un animal sagrado con una doble simbólica de muerte y de vida. El veneno llevaba la muerte y el cambio de piel la regeneración y la forma de falo de su postura erecta era símbolo de fertilidad y vida. En el pasaje bíblico, la serpiente está usada en su doble vertiente positiva y negativa. Dios se vale de la serpiente para matar y dar vida. Hace con la serpiente lo que le place, mostrando así que su divinidad es superior al carácter divino de este animal. Se muestra señor de la vida y de la muerte, valiéndose de la serpiente tanto para matar como para dar vida.
La historia de los reyes del estado de Judá (2Re) muestra una serie de quita y pon de imágenes idolátricas de dioses extranjeros, seguramente introducidas en el país y el templo para congraciarse con el gobernantes vecinos. Esto explica que en el templo de Jerusalén hubiera una imagen idolátrica de la serpiente de bronce en la que se le quemaban ofrendas (2Re 18,4). El rey Ezequías la destruyó. El relato de Números podría querer explicar el porqué en el templo de Jerusalén había y se guardaba una imagen como ésta.
El evangelio de Juan, que leemos también hoy, establece la relación de la serpiente de bronce sostenida con un bastón y la cruz de Jesús (Jn 3,14). Este texto ha determinado la interpretación del pasaje de Números, de tal manera que ha reducido la salvación que proporciona la serpiente en el bastón a una simple prefiguración de la realidad salvadora que el Nuevo Testamento ha asociado a la muerte y la cruz de Jesús.
Festividad de la exaltación de la Santa Cruz. 14 de Septiembre de 2014

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