Jesús con el llega el cambio

JESÚS, CON ÉL LLEGA EL CAMBIO
La lectura del Evangelio de este segundo domingo de adviento presenta el comienzo del evangelio de Marcos (1,1-8) que inicia, a la vez, la lectura contÍnua (salvo las interrupciones de cuaresma y pascua) durante todo el año litúrgico correspondiente al ciclo B. En el texto se pueden descubrir tres temas: 1) el título que abre todo el evangelio 2) la profecía del Antiguo Testamento 3) la actividad de Juan, la descripción de su persona y su predicación.

"Comienza el Evangelio de Jesús". Evangelio era un término conocido en la cultura profana del tiempo de Jesús. Literalmente significa buena noticia y se usaba para designar las proclamas de los grandes eventos o gestas importantes de grandes personajes. Lo eran, por ejemplo, el nacimiento del hijo de un rey, la llegada del emperador, el triunfo de un batalla. Al usar el término, Marcos convierte a Jesús en el gran portador de una buena noticia, pero, curiosamente, el portador es también el objeto y el contenido de esta noticia. El evangelio será el gran anuncio de la llegada del Reino de Dios, pero al mismo tiempo este irá indisolublemente vinculado a la persona de Jesús. Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, dos apelativos atribuidos a Jesús que se convierten ilustraciones del programa evangélico de Marcos. A lo largo de su escrito, Marcos irá desentrañando el tipo de mesianismo que Jesús acepta y que adquiere pleno sentido en el reconocimiento de ser Hijo de Dios; reconocimiento que quedará velado a lo largo del evangelio y que no será público y notorio hasta el momento de su pasión y muerte.

"Comienza" es la primera palabra del evangelio de Marcos y se corresponde con la primera palabra con que se inicia el libro del Génesis: "inicio". Para Marcos el evangelio de Jesús toma el relevo de la vieja ley judía, la Torá. A continuación, sin embargo, Marcos propone un texto del profeta Isaías. Seguramente Marcos ve a Jesús más cercano a la enseñanza y la predicación profética que no afín al legalismo de la Ley contenida en la Torá.

No se puede subestimar la categoría teológica y simbólica del desierto. En su vertiente negativa el desierto es el lugar donde habitan descontroladas las fuerzas del mal. En la vertiente positiva es el lugar por donde Israel hizo camino hacia la tierra prometida, y también el camino del exilio volviendo hacia Israel; es el lugar de las relaciones amorosas de Dios con su pueblo. El desierto era el lugar donde cuajaban los movimientos mesiánicos y existía el convencimiento de que el mesías tenía que venir del desierto. Este escenario vincula Juan y Jesús con la experiencia religiosa de Israel.

Marcos no se interesa por los detalles históricos de las relaciones de Jesús con Juan bautista. Formó parte Jesús los discípulos de Juan? Posible, pero Marcos no lo dice. Quiere, sobre todo, enfatizar la primacía de Jesús sobre Juan, que no es digno de desatar la correa de sus sandalias, gesto que solían hacer los discípulos para con sus maestros. Con todo, hay una coincidencia entre Juan y Jesús. Juan es un personaje alternativo. Ha escogido el desierto como lugar de predicación en contraposición a Jerusalén y el templo, su manera de vestir no es como la de los ricos sacerdotes y, lejos de los sacrificios de animales, predica un bautismo de conversión. A lo largo de su evangelio Marcos nos descubrirá un Jesús también alternativo en contra de los postulados de la religión oficial de Israel.

Juan prepara la actuación de Jesús que esta sí traerá los cambios grandes y cualitativos. El baño purificador que otorga el perdón de los pecados será sustituido por el baño en el Espíritu Santo. El evangelio de Marcos no aporta pistas para relacionar el bautismo con el Espíritu Santo con la práctica bautismal de la Iglesia. Para entender la expresión será necesario ver en ella la llegada de un tiempo nuevo, apto para poder hacer la experiencia del Espíritu, captado como presencia transformadora de Dios.

Domingo 2º de Adviento. 7 de Diciembre de 2014