La obra pictórica y escultórica de Jordi Fornas, en el Museo de Montserrat

(Abadía de Monsterrat) El Espacio de arte Pere Pruna del Museo de Montserrat presenta la exposición Jordi Fornas, pintor, que se podrá ver hasta el 9 de junio de 2013. Esta muestra pretende ser un merecido homenaje a este artista, que fue el grafista de cabecera de la revista Serra d'Or durante muchos años. Conocido sobre todo como diseñador, Jordi Fornas Martínez forma parte del grupo de cabeza de artistas e intelectuales que contribuyeron decisivamente a modernizar la cultura catalana de los años 60, en su caso desde una estética pop. Esta exposición está centrada exclusivamente en su producción pictórica y escultórica, mucho más desconocida.

Mediante la muestra se puede hacer un breve recorrido por las obras más emblemáticas del artista, un itinerario que se inicia a partir de su estancia en Ibiza, y que repasa la etapa de Palautordera, así como también las etapas en los estudios de Santos, Sarrià y Ciutat Vella de Barcelona.

Desde sus inicios en la Barcelona de laposguerra y hasta su muerte, Jordi Fornas fue esencialmente un pintor. Tal como escribió Francesc Fontbona, Fornas se consideraba "pintor por encima de todo" y, como tal, quería que le conocieran y que le valorasen. Entre las décadas de los años sesenta y setenta gozó de un éxito relevante como diseñador y fue considerado como "grafista de la catalanidad", en palabras de Enric Satué. Esto provocó que, a ojos del público, su trayectoria pictórica pasara a un segundo plano.

Esta exposición nos permite hacer un breve recorrido por algunas de las obras más emblemáticas del artista. A partir de su estancia en Ibiza, a principios de la década de los cincuenta, el artista inicia un itinerario que se va desplegando armoniosamente hasta mediados de los años setenta y que no concluye hasta el final de su vida. Con esta muestra pretendemos dar a conocer la producción pictórica de Jordi Fornas, que a estas alturas queda del todo inédita y espera ser descubierta.

La estancia en Ibiza marcó profundamente al joven Fornas y constituye un capítulo importante que nunca abandonará en su trayectoria artística. Con la voluntad de alejarse de los ambientes culturales barceloneses, encontró en la isla su paraíso, un lugar todavía rústico, primitivo, sencillo, salvaje, de arquitecturas geométricas y blancas recortadas sobre el horizonte azul, de ritmos lentos entroncados con un tiempo ancestral, de pescadores y campesinos; en definitiva, encontró la oportunidad de crear un estilo propio con el que se presentará en varias exposiciones, desde la Primera Bienal Hispanoamericana de Madrid, hasta los Salones de Octubre de Barcelona (1948-1957), entre otros.

"La estética de Jordi Fornas rezuma claramente la herencia picassiana, influenciada por un postcubisme entendido con mayor libertad formal, que le lleva a una figuración esquemática", afirma la comisaria de la muestra, Silvia Muñoz d'Imbert. "En sus obras percibimos el dominio del orden y el equilibrio, la disolución del mundo real a través de una cara extremadamente estructuradora y la insistencia en unas líneas de fuerza que le llevan a una esquematización de la imagen global" , añade.

Durante la década de los años sesenta hasta llegar a 1975, Fornas se dedica fundamentalmente al diseño y casi abandona el campo del arte. Pero cuando retoma el camino de la pintura, lo hace entonces con un lenguaje atento a las preocupaciones estéticas del momento, aunque continúa fiel al hilo conductor que recorre toda su producción. En este periodo consolida una nueva figuración que aglutina tendencias experimentales diversas, como la disolución de las fronteras entre técnicas artísticas, rompiendo los límites bidimensionales de los cuadros, convirtiéndolos en objetos escultóricos. En sus assemblages o combine paintings proliferan elementos arquitectónicos y figuras femeninas que pueblan y transitan por paisajes urbanos. En esta técnica confluyen el collage, el objeto encontrado, la fotografía y la pintura, que triunfan en la capacidad de mantener una relación entre tensa y amable, pero siempre inquietante (Silvia Muñoz d'Imbert, historiadora y crítica de arte).