La mirada de Dios

El libro del Levítico nos ha conservado un texto precioso (6,22-27), de una gran belleza literaria y muy rico teológicamente. Se lee siempre en la primera lectura del primer día del año, festividad de Santa María. Se trata de una bendición que impartían los sacerdotes de Israel, no sabemos exactamente en qué momento, pero no es descabellado pensar que podía ser la bendición de despedida de las grandes fiestas de Israel, así como la bendición de despedida que se impartía a los peregrinos que abandonaban el templo. Es posible que nos encontremos ante un texto muy antiguo, ya que se encontró en dos tablillas de metal, descubiertas en el valle de Hinnom, el siglo VII aC.
El texto de la bendición está precedido del mandato dirigido, por parte de Dios, a Moisés para que Aarón y sus hijos bendigan Israel. Si la bendición la han de ejecutar Aarón y sus hijos, se entiende que son los sacerdotes quienes tienen la capacidad y la facultat de bendecir. Pero no siempre es así en la Biblia; los patriarcas bendicen sus descendientes, Isaac lo hace con Jacob (Gn 27) y este bendice los hijos de José (Gn 49). Lo hace el rey David, después de llevar el arca de la alianza en Jerusalén (2 Sa 6,18).
El texto de la bendición está construido con tres frases, cada una de las cuales contiene el nombre divino y dos verbos. Esta estructura ternaria es indicativa de la calidad e intensidad de la bendición. En otros lugares del Antiguo Testamento encontramos que tres tiene este mismo sentido. En Isaías Dios es aclamado tres veces Santo (6,1) y en el libro de Samuel, este siente tres veces la llamada del Señor (1 Sa 3,1-21). En nuestras celebraciones eucarísticas y litúrgicas conservamos esta misma estructura donde la bendición va precedida de una triple invocación.

"El Señor te bendiga y te guarde" expresa el deseo de que Dios actúe en favor de Israel o de la persona en concreto liberándolo de todos los peligros que la amenazan y pueden hacerle daño o pueden alejarlo de Dios. "El Señor escucha el pobre que le invoca, y lo salva de todos los peligros", dirá el salmo 34,7. En la segunda frase encontramos una expresión casi idéntica a la del salmo 67,2 "Que Dios se apiade de nosotros y nos bendiga, que nos haga ver la luz de su mirada". Es en los mismos salmos donde encontramos la clave para darnos cuenta de la carga significativa que tiene la expresión "la mirada de Dios". Ver la claridad de la mirada de Dios es equivalente a estar salvado (80,4.8.20), significa ser feliz y caminar en la luz (89,16) y visto en sentido contrario, ser privado de la mirada de Dios se interpreta como una gran desgracia: "Escondiste tu mirada y quedé conmocionado" (30,8).
Shalom, la paz es el término hacia donde confluye toda la bendición. Recordemos que paz no es sólo ausencia de guerra; es prosperidad material, es vida, salud, bienestar; además de esto paz es encontrarse bien, estar bien con uno mismo, la paz es el fruto de las relaciones humanas entrañables, es felicidad, optimismo y para el creyente israelita es el don mesiánico por excelencia (Is 9,5 ; Mi 5,4) y la experiencia de estar en unas relaciones inmejorables con Dios.

Con todo lo dicho, uno puede darse cuenta de que el verbo hebreo "barak" y el sustantivo "beraka" -bendecir y bendición- poseen una gran densidad y riqueza significativa. Bendecir es equivalente a crear, dar vida, por eso la bendición está presente en el primer relato de la creación (Gn 1,22.28). La bendición parte de la iniciativa de Dios, que muestra así su generosidad. La bendición expresa el deseo de bienestar, prosperidad, riqueza, plenitud de vida, fecundidad. A la afirmación de la generosidad de Dios que representa la bendición, responde el pequeño, el débil que reconoce esta generosidad y la grandeza de Dios. La bendición que sale de los labios de los seres humanos es una explosión entusiasmada que confiesa públicamente el poder de Dios dándole gracias.
Festividad de Santa María. 1 de Enero de 2016