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La indicación de tiempo "Seis días después", nos dice que el relato de Marcos (9,2-10) de la transfiguración, que leemos este domingo, hay que ponerlo en relación con la reciente proclamación de Pedro: "Tú eres el mesías "(8,29), seguida de su enérgica oposición a la muerte del mesías Jesús, hasta el punto de que éste le dijo" Vete Satanás "(8,33). Los discípulos entienden que Jesús es el mesías, pero no un mesías sufriente, sino políticamente triunfante. Esto demanda un correctivo.
En la transfiguración Jesús se manifiesta como el mesías que viene de Dios. Esto es lo que tendrán que ver los discípulos. Jesús escoge una terna representativa, que encontramos también en casa la suegra de Simón (1,29) y en Getsemaní (14,33). Jesús les hace ascender a una montaña muy alta. En el simbolismo universal subir a la montaña es símbolo de elevación interior, de alejarse de lo cotidiano y terrenal, de visión limitada y cerrada, para entrar en un ámbito superior. Quiere decir esfuerzo. Jesús pide a los discípulos que hagan un esfuerzo para poder comprender qué tipo de mesías es él.
Fue transfigurado. En pasiva, señal de que el actor no mencionado es Dios. El verbo nos remite al término que la mitología griega y romana utilizan para designar las transformaciones de los dioses. Allí los dioses, sin perder la condición divina, adoptan formas humanas o de la naturaleza para esconder los humanos dicha condición. Aquí se produce un hecho a la inversa, la forma humana de Jesús es transformada y adquiere unas características divinas, a fin de que ponga claramente de manifiesto que el mesianismo de Jesús proviene de Dios. Lo que es más importante no es lo que ocurre en Jesús, sino en los discípulos. Pedro Santiago y Juan lo ven de una manera nueva, lo ven transfigurado. Han abierto y ensanchado su campo de visión. Jesús es más que el simple compañero con el que comparten las trifulcas de la predicación del Reino.
Jesús no habla con los discípulos. Sí lo hace con Elías y Moisés, representantes de la profecía y de la Torá, la ley. El mesianismo de Jesús no entra en confrontación, no desautoriza ni la profecía ni la ley, pero deja claro que él no es ni Elías, ni Moisés. El hecho de estar en medio indica que está por encima de ellos y que su predicación representa una superación de la profecía y la ley. Lo dejará bien claro la voz que proviene de la nube.
En Ex 24,16 encontramos la nube que habla imagen de la gloria del Señor que cubre el monte Sinaí y al séptimo día (recordemos que estamos en el séptimo día) habla a Moisés. La nube que cubre es imagen de la presencia de Dios que lo penetra todo sin dejar el más mínimo lugar a lo que es profano. El verbo cubrir es el mismo que usa Lucas para indicar el origen divino del hijo, Jesús, que nacerá de María. La nube como imagen de la presencia de Dios manifiesta, tal como prevé 2Mc 2,8 que los tiempos últimos han llegado.
Las palabras que pronuncia la voz ponen el pasaje de la transfiguración en relación con la narración del bautismo (1,9-11). Sólo hay un pequeño cambio. El "complacido" del bautismo es aquí "escuchadle". Algunos comentaristas han visto en el episodio de la transfiguración un relato de entronización. Si el bautismo representa el pistoletazo de salida del mesianismo de Jesús, la transfiguración es la consolidación. Posiblemente en Juan no hay relato de transfiguración porque para él la entronización mesiánica se realiza en la cruz. Escuchadle. Desde ahora ya no será la voz de la profecía, representada por Elías, ni las complicadas interpretaciones de la Ley representada por Moisés lo que habrá que escuchar. Ahora será la voz de Jesús, una voz que no escatima la dureza de la cruz y que se impone a cualquier otra voz que la quiera sustituir. Desgraciadamente son muchas.
Domingo 2º de Cuaresma 1 de Marzo de 2015

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