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Por Josep Gallifa .

En la entrada anterior comentábamos tres versiones de la Universidad moderna y como España históricamente había desarrollado su sistema universitario bajo el influjo del modelo Napoleónico. Recordemos que esto quiere decir que la Universidad es concebida como una agencia más del estado, quien regula todos sus aspectos relevantes. Nos podemos preguntar a continuación: ¿Porqué se adoptó este modelo?¿Cómo ha ido evolucionando? Y también: ¿Qué consecuencias ha tenido en la Educación superior y en la sociedad?

Para responder estas preguntas debemos razonar con un poco de perspectiva histórica. Debemos situarnos en el siglo XIX y observar el fenómeno desde la perspectiva del influjo de las ideas asociadas a las revoluciones liberales. Habría que desarrollar con más detalles lo que voy a decir, analizando las disposiciones legales y matizando diferentes momentos y sensibilidades pero, "de facto" y para simplificar, parece como si históricamente el liberalismo moderado y el tradicionalismo monárquicos hubieran convenido por un lado que las órdenes religiosas podían dedicarse sin más problema a la Educación básica, siguiendo naturalmente unos programas marcados por el estado y contribuyendo así a la "Educación nacional". Otra manera de pensar y de actuar (!) fue la del liberalismo radical que sabemos que fue, por decirlo rápidamente, muy "anticlerical". Al final, a diferencia de lo que pasó en la Educación básica, las visiones de la versión liberal-radical se impusieron en la Educación superior, tal vez por imitación del modelo de la vecina e ideológicamente influyente Francia.

Ahora bien, como se podía imponer la versión radical en la Universidad si, al fin y al cabo, fueron regímenes relativamente cortos durante el siglo XIX? Esto sólo es explicable si tenemos en cuenta los siguientes factores:

-La Universidad no era tan importante como ahora. Se trataba básicamente de formar a los funcionarios que requería el estado. Pensemos por ejemplo como la revolución industrial de Cataluña se realizó totalmente al margen de la Universidad. O bien recordemos que hasta el 1837 Barcelona no tenía Universidad, ya que se había trasladado a Cervera. La sociedad dinámica y moderna iba por un lado y el estado, y con él la Universidad, por otro.

-Por otra parte la Iglesia española seguramente no estaba muy interesada en la Universidad. Podríamos extendernos aquí y dar algunas pruebas de este cierto desinterés. Hay que tener presente que era una época diferente a la de ahora, y quizás pensaban que con una Educación básica religiosa en los primeros años infantiles, en un contexto muy católico como era la sociedad española de entonces, ya era suficiente para mantener la religión durante toda la vida. Así pues la Educación superior del S. XIX quedó en manos de las universidades estatales. Recordemos también que la Iglesia, por su parte, tenía los Seminarios. Al César lo que es del César, deberían de pensar.

Esta división hizo que las elites funcionariales estatales se formaran en un entorno de "neutralidad", mientras que la formación de los Seminarios estaba reservada a los sacerdotes y religiosos. Dos tradiciones con muy poco contacto y diálogo y, lo que es más significativo, con apologéticas totalmente contrapuestas! Con esta división, por otra parte, no hubo demasiado debate de cómo debía ser la Educación superior. Esto contrasta con la situación de otros países europeos, con otros modelos de universidad, donde a finales del siglo XIX y a principios del XX hubo un intenso debate sobre la Educación superior, algunos aspectos del cual destacamos en entradas anteriores. Aquí hasta llegar a la Mancomunidad con alguna aportación de Eugeni d'Ors y en el conjunto del estado hasta 1930 con Ortega y Gasset no hubo demasiada conciencia de la importancia y necesidad de reforma de la Educación superior.

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