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Por Josep Gallifa .

Alguna otra vez he expresado que no quería entrar en cuestiones de opinión social y política, pero esta cuestión, aunque hayan pasado ya unos días, no me parece que se pueda dejar pasar, porque es lo suficientemente grave e importante. Me refiero a los episodios de violencia que se dieron en las manifestaciones de la huelga general del 29 de Marzo.

Primero dejar claro que naturalmente me parece bien que las personas ejerzan sus derechos a manifestarse. También decir que no entraré a valorar si la huelga general fue más o menos justificada, necesaria, etc. Me limitaré a comentar sólo el episodio de violencia.

Me resultó sorprendente su magnitud. En mis primeros años en la universidad, ya al principio de la democracia, recuerdo haber asistido a las asambleas que se hacían entonces para preparar "manis", aunque yo no era demasiado entusiasta. Los estudiantes mayores y expertos proponían hacer "piquetes de ataque" contra los "grises" (para los lectores más jóvenes: policía de entonces), pero al final todo quedaba en cuatro carreras, algunos morados, y alguien pasando la noche en comisaría que no lo pasaba tan bien, pero no recuerdo acciones violentas tan planificadas y contundentes como las que se dieron el 29 M: Rotura de cristales de los establecimientos con piedras y mazos, quema sistemática de containers de basura en plena calle, cortes del tráfico , rotura de mobiliario urbano ...No hubo agresión física a personas, al parecer, pero sí violencia verbal y destrucción de bienes, unos privados y otros que pagamos entre todos. Era una minoría, está claro, pero muy contundente en su forma de actuar.

Como sabemos la violencia es una respuesta posible también para los humanos, frecuentemente conducida por motivaciones nada empáticas ni altruistas. En el caso que nos ocupa el actuar a escondidas (con la cara tapada para no ser reconocido y responsabilizado por los delitos cometidos), la actuación gregaria en grupo, el sentido de "sentirse con el derecho" de ejercer estas acciones que se adivinaba de la determinación (por algún tipo de seguridad moral o ideológica), ... Todo ello aparece como una especie de "guerrilla urbana" perfectamente organizada. De todos modos hay un aspecto del fenómeno que lo hace singular: Parece ser que son las redes sociales que reúnen a personas diferentes que se apuntan flexiblemente a radicalizar manifestaciones diferentes (victorias del Barça, indignados, huelga general, ...). Estas personas curiosamente vuelven al día siguiente a una vida totalmente normalizada como si nada hubiera pasado y "hasta la próxima!" O "nos encontramos en el facebook". Es pues una forma de violencia posmoderna o "líquida", parafraseando Bauman.

De los análisis que se han hecho comentar que no parecía una violencia anárquica, sino muy planificada: los tiempos, los lugares, los movimientos ... Estaba preparada "ad hoc" para el evento, perfectamente diseñada, y era una acción contundente y puntual. Hay dos tipos de daño, uno el ya mencionado de los bienes privados y públicos, y el otro es el daño que causa a la imagen de Barcelona y en este caso de España: Las imágenes de las acciones contundentes barcelonesas fueron portada de la mayoría de los diarios internacionales, aprovechando el escaparate de Barcelona, ​​que es lo que supuestamente se buscaba. Aquí tenemos que decir: Cuidado que desde fuera eso se lee mucho peor de como lo hacemos desde aquí. Para nosotros son unas acciones aisladas, desde fuera se ve todo un país que no sabe como salir de la crisis y que está al límite de la desesperación. Sin duda las imágenes han aportado su contribución a crear desconfianza en los mercados, a subir la prima de riesgo, etc., tal y como vamos aprendiendo en esta especie de "economista de poca monta" que hay dentro cada uno de nosotros . Es decir que al final nos perjudica y no nos lo podemos permitir.

El tema es: ¿Tiene solución? Son adecuadas las vías de solución que se proponen?

No creo que contribuya a la solución hacer de esta cuestión alguna pequeña disputa política sobre quién es más permisivo o menos con los llamados "anti-sistema". No creo que nadie apruebe este tipo de vandalismo. La gran mayoría de personas que acudieron a las manifestaciones suponemos que tampoco. Cualquier división, falta de unidad, pim pam pum de siempre, debilita la unidad y puede alimentar la justificación de quien perpetra la violencia organizada porque "algunos lo ven bien". Los responsables son sólo los que cometen los delitos. Conviene también desmarcarse totalmente de estas acciones y aislar a los violentos. Ya sé que muchos tienen motivos para estar enfadados, pero no debería ser excusa. No podemos caer en la trampa de la que se alimenta esta violencia. Estaría bien dejar siempre bien claro y bien explícito que estas conductas no tienen justificación alguna y no representan a nadie. Por indignado que uno pueda estar, el salto hacia la violencia debería ser una línea roja para todos.

La solución seguramente no podrá ser sólo policial y judicial, como parece que se propone. La policía debe actuar para proteger bienes y personas, las leyes también, pero los que actúan así ya deben contar con que van contra el sistema y que se la juegan. Y cuando se llega a este nivel ya llegamos demasiado tarde. No soy ni mucho menos experto en temas policiales ni de seguridad, pero hay que investigar y tener información de quiénes son los que actúan, por qué motivos actúan, identificar el líderes, etc. La violencia tiene causas y propósitos. En este caso parece que se quiere representar violentamente un descontento general por la vía de radicalizar manifestaciones, capitalizando el espacio informativo y la interpretación de los hechos.

Ya se que puede parecer "naif" lo que voy a decir, pero además de aislarlos, hay que dialogar y convencer a los violentos de que ésta no es la vía. Hay que canalizar los conflictos, que existen en la vida social, hacia vías civilizadas y no violentas. Hacer ver las contradicciones de algunos que dicen que no creen en la representación pública y pretenden representarnos a todos. Ya sé que alguien puede pensar que al final la única respuesta efectiva es el endurecimiento legal y policial, pero más violencia, aunque pueda parecer democrática y justificada, no parece que por ahora haya resuelto el problema. El talón de Aquiles de esta violencia puede ser justamente el compromiso sólo puntual, líquido, ya que la adhesión de las personas y la unidad de acción, aunque sea momentáneamente intensa, es flexible, puntual y circunstancial. Se han de poder encontrar las grietas de las posibles justificaciones violentas en el diálogo en la vida habitual de estas personas. Hace falta una acción consciente de todos para desincentivar estas conductas incívicas y perjudiciales. No es recomendable pero "si os queréis indignar indignaos, pero no tanto!"

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