La Epifanía es una de las grandes fiestas de los cristianos. La contemplación de esta fiesta nos permite descubrir algunas de las grandes paradojas del cristianismo sobre las cuales se articula la experiencia creyente. Unos sabios, reyes o magos según las tradiciones populares, símbolo del saber y del conocimiento vienen a adorar a un simple niño. La grandeza se pone al servicio de la pequeñez. Para algunas tradiciones estos reyes eran magos avezados en las religiones orientales. La magia es un saber oculto, sólo apto por iniciados, aquellos que tienen la capacidad de leer unos signos escondidos al saber popular. Pero estos magos, hombres llenos de sabiduría adoran a aquel niño que años más tarde será considerado un escándalo y un absurdo por aquellos que dominan los saberes de la época. Sólo ha tenido que interpretar un signo, una estrella, que los indica dónde ha nacido el Dios viviente.
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