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Por La puntada .

(Salvador Clarós) Bienaventurados los que no envidian ni riquezas ni patrimonios inmobiliarios. Los que se privan de lujos insolentes, de cruceros alrededor del mundo, de hoteles de ensueño y de restaurantes con estrellas Michelin. Bienaventurados los que, para no hipotecar las generaciones futuras, no han vivido por encima de sus posibilidades y muy por encima de las posibilidades de todos. Bienaventurados los que no han defraudado a hacienda. Los que no han engañado. Los que no se han entregado a la vorágine de la cotización bursátil alimentando el monstruo de la especulación. Bienaventuradas las familias que sobreviven con mileuristas sueldos de gente trabajadora. Bienaventurados los que confiaron en los expertos, asesores, economistas ... que nunca les advirtieron del riesgo real que corrían sus ahorros, que los aconsejaron comprar pisos mediante hipotecas, que les juraron que nunca bajarían de precio ... Bienaventurados y buenazos porque creyeron que el gobierno y las autoridades del Banco de España vigilaban por el interés común. Ellos han descubierto de repente que son poseedores de participaciones preferentes. Que la Caja se quedará con su piso y además los seguirá reclamando una deuda que nunca podrán pagar. Que el gobierno no pedirá responsabilidades a los responsables de su sufrimiento. Bienaventurados los que nunca creyeron que la abundancia fuera ni razonable ni deseable en un mundo lleno de injusticia y desigualdad. Bienaventuradas aquellas personas que con su trabajo asalariado han contribuido al bienestar colectivo y que se han quedado sin trabajo, y los jóvenes que nunca lo han encontrado todavía, y las que han visto cómo se les denegaba la renta mínima de inserción, arrastrándolas a la pobreza y a la desesperación. Bienaventurados los inmigrantes que malviven en asentamientos urbanos y en infraviviendas porque ellos han sido la fuerza de trabajo que ha construido un parque inmobiliario innecesario para el enriquecimiento de especuladores, de banqueros y altos ejecutivos de empresa que se han retirado con pensiones millonarias e indecentes. Bienaventurados y bienaventuradas todas las personas de buena fe que sufren las consecuencias de una crisis que no han provocado. Bienaventurados porque sólo ellos conocen la fuerza revolucionaria que puede dar la vuelta al mundo y cambiar el corazón de los despiadados.

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