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El salmo 103 del que leemos un fragmento en este 3er domingo de Cuaresma del ciclo C. comienza diciendo: "Bendice alma mía al Señor / del fondo del corazón bendice su santo nombre". La repetición del verbo "bendecir" muestra que nos encontramos con una construcción literaria que toma la forma de doblete o paralelismo consistente en repetir una misma idea a fin de dar relieve al contenido que se quiere comunicar.

Este tipo de paralelismos, característicos de la literatura hebrea, son muy frecuentes en los salmos y en otros escritos de la literatura sapiencial. Los estudiosos suelen clasificarlos en diferentes tipos. De los muchos propuestos sobresalen tres. Hay paralelismos en que los versos son sinónimos, los dos versos repiten la misma idea. Es el caso del versículo 1 del salmo que nos ocupa. Otro ejemplo lo podemos encontrar en el salmo 19,2: "El cielo habla de la obra de Dios / el firmamento pregona la obra de sus manos". En el paralelismo antitético, un verso y el otro están en contraposición o contraste: "el Señor conoce los caminos de los justos / pero los de los injustos acaban mal" (Sal 1,6). "Que los impíos se vuelvan a la tierra de los muertos ... / pero el indefenso no será nunca olvidado "(9,18-19). El otro tipo de paralelismo lo podríamos llamar comparativo. De la observación de algo notoriamente conocido se deduce un enunciado teológico o abstracto. Encontramos un ejemplo en nuestro salmo: "su amor hacia sus fieles es inmenso / como la distancia del cielo a la tierra" (v.11); "como un padre siente ternura por sus hijos / el Señor se apiada de sus fieles" (v.13 ).

Dos palabras destacan por su significado en los dos primeros versículos del salmo: "bendecir" y "alma". Aparecen repetidamente en los salmos. Bendecir traduce el verbo hebreo "barak". Tiene su importancia en el salmo dado que se repite dos veces al inicio y tres al final. Su significado es muy rico, quiere decir: enaltecer, alabar, felicitar, saludar. El significado de las palabras muchas veces está determinado por el contexto. En el salmo, en tanto que se habla de un beneficio recibido, significa agradecer. "Barak" es la exclamación alegre de agradecimiento y admiración por los favores concedidos por Dios. El orante ha experimentado el perdón de sus culpas, ha sido salvado de las angustias, de la enfermedad y la muerte por ello ensalza a Dios en medio de la gran asamblea.

La otra palabra "alma" traduce el término hebreo "nephesh". El significado original del término es cuello, garganta, conducto de la respiración. Este es el sentido que se le puede dar en el salmo 69,1: "Me ha llegado el agua hasta el cuello". De la garganta sale el aliento de la respiración, de ahí que "nephesh" pase a significar "aliento vital". Tenerlo o no tenerlo es la diferencia entre estar vivo o no. Así en el salmo 16,10, el equivalente a morir es que Dios abandone el "nephesh" al sheol, el país de los muertos. El alcance y el sentido del término irá ampliandose hasta significar de forma genérica "ser viviente". El libro del Génesis dice que Dios infundió el aliento de vida (nephesh) y el hombre se convirtió en ser viviente (nephesh haiàh). Con lo dicho se ve claro que el orante del salmo agradece desde el interioridad más profunda de todo su ser los favores y beneficios que ha recibido de Dios.

El tema dominante del salmo es la misericordia de Dios en su doble aspecto de liberación del mal y de la concesión de bienes. El salmista está convencido de que la misericordia de Dios es entrañable, permanente y bondadosa.

Domingo 3º de Cuaresma. 24 de marzo de 2019

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