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La explicación de las tensiones políticas en torno al conflicto siro-efraimita sirve para conocer el marco donde hay que situar la profecía de Isaías, que anuncia el nacimiento del hijo del rey que ha de asegurar la continuidad de la dinastía de David: así lo explica hoy, en esta noche de la Navidad, el teólogo Josep M. Solà.

ASEGURAR LA DESCENDENCIA

Los capítulos 7 al 12 del libro de Isaías reciben el nombre de Libro del Emmanuel, que significa Dios con nosotros y es el nombre que recibe el hijo de Acaz, rey del reino de Judá en tiempos del profeta Isaías. El anuncio del nacimiento de este hijo es el tema estrella de todo el libro; los otros temas, que la acompañan son la condena de Damasco y Efraím (el reino del norte) y el castigo de los asirios. Un fragmento de este libro (Is 9,2-7) se lee en la primera lectura de la Eucaristía de esta noche.

Dicho libro recoge el posicionamiento político, que el profeta tomó en lo que se ha llamado guerra siro-efraimita. Hay que repasar los acontecimientos históricos para entender este conflicto bélico y captar el entramado de fondo de estos capítulos. Teglatfalasar III inicia una campaña militar con el objetivo de conquistar Gaza, ciudad del sur de Israel. Arrasa todo lo que encuentra a su paso. Los reyes de Damasco, capital de Siria, y de Samaria, capital de Efraín urden una coalición, junto con otros reyes, para parar los pies a Teglatfalasar. Para reforzar la coalición, presionan el reino del sur, Judá para que se incorpore a ella, bajo la amenaza de derrocarlo y poner un rey no descendiente de David...Para Judá las esperanzas son oscuras: por un lado, pedir auxilio a Asiria representa la sumisión total al imperio y la pérdida de la independencia; por otro, acceder a la coalición supone, a la larga, ser aniquilados por Asiria. Ante este panorama, la voz del profeta se levanta y hace una apuesta por la independencia. Anuncia el nacimiento del hijo del rey, que asegurará la continuidad de los descendientes de David y pide confianza en Yahvé, que, como otras veces en la historia de Israel, salvará a su pueblo.

El profeta introduce el recuerdo de la gesta de Madián. ¿Qué pasó? Los hechos están consignados en el libro de los Jueces (6-7). Los madianitas, a base de saqueos, habían reducido los israelitas a la miseria extrema. Gedeón se hace cargo de la situación y lidera la guerra contra los madianitas. Prácticamente no hay batalla. Trescientos hombres y Gedeón rodean el campamento madianita y, a medianoche, tocan el cuerno y encienden las antorchas. Los madianitas empiezan a matarse entre ellos. La derrota es total. Isaías recuerda la hazaña de Madián para alentar a los habitantes del reino de Judá, para que tengan confianza en Yahvé, tal como la tuvieron los israelitas cuando se vieron desesperados, al igual que ellos ahora. Además de esto, se puede establecer una relación entre la luz de los israelitas, que hace huir a Madián y la luz que brilla y hace huir las tinieblas (v.1). Tanto en un pasaje como en el otro, la luz es símbolo de salvación. Pero también la luz es símbolo de la realeza. El segundo libro de Samuel dice. "Si el que gobierna, lo hace con temor de Dios, será luminoso como el amanecer". El anuncio del advenimiento de la luz sobre la oscuridad que oprime al pueblo equivale al anuncio del nacimiento del hijo del rey que ha de inaugurar unos tiempos mejores.

El dar cuatro nombres al hijo del rey que ha de nacer, puede estar inspirado en la costumbre egipcia de imponer nombres nuevos al soberano el día de su entronización. Cabe destacar el de "Padre por siempre". La función del rey, que tiene que preocuparse por su pueblo se asemeja a la del padre que debe velar y cuidar de los hijos. La perpetuidad hace pensar en la profecía de Natán, que asegura a David que su reino se mantendrá para siempre.

Navidad del Señor
25 de Diciembre de 2011

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