Pasar al contenido principal

Este domingo y durante tres domingos más se leen, en la segunda lectura del ciclo litúrgico C, varios fragmentos de la primera carta a los Corintios. El texto de hoy es el conocido pasaje que habla de los dones del Espíritu. La lectura litúrgica omite los primeros versículos del capítulo 12, que son útiles para una correcta interpretación del texto.

La preposición "perí" con que comienza el capítulo apunta a que Pablo responde a varias cuestiones que los corintios le han presentado. Después de manifestar que no quiere dejar a los corintios en la ignorancia, Pablo recuerda el tiempo en que éstos acudían a los templos paganos. La preocupación por el futuro es común a la condición humana y acudir a los adivinos para prevenir lo que pueda pasar lo hacían los griegos, yendo a los templos a consultar el oráculo de los dioses. Suficientemente conocido es el oráculo de Delfos, donde la Pitonisa era poseída por la inspiración del dios Apolo y, en un estado de trance, emitía sus celebérrimos vaticinios. Hay que tener en cuenta que nunca hablaba directamente al consultante; siempre lo hacía por intermediarios llamados profetas. No es desatino pensar que en el templo de Apolo de Corinto se dieran adivinaciones y estados de éxtasis del mismo estilo.

La pregunta ya se ve por dónde podía ir: si en la comunidad cristiana se dan experiencias de éxtasis y de posesión del espíritu, ¿en qué se parecen o difieren de las experimentadas en templos paganos? Pablo responde a partir de lo que,por la Escritura, sabe del Espíritu de Dios. Es la fuerza, el poder con que Dios beneficia siempre a su pueblo de Israel. Es la fuerza creadora, que pone en marcha el funcionamiento del mundo (Gn 1,2); es el don de la palabra profética dada a los 70 ancianos de la comunidad de Israel (Nm 11,24), es el espíritu que, otorgado a David y a sus descendientes, hará justicia a los pobres (Is 11,2.4) y es el que purifica el corazón del ser humano después de la culpa cometida (Sal 51,12).

De entrada, pues, a la pluralidad de espíritus y de dioses de los cultos paganos se impone la realidad de un único espíritu, del que dependen la pluralidad de experiencias. Pablo insiste en que la pluralidad de experiencias no implica la pluralidad de espíritus, sino que un solo y único espíritu provoca diversidad de experiencias, que deben ir a parar a un único fin: el bien de la comunidad.

Pablo pone en relación los dones con el Espíritu, los servicios con Jesús y los milagros con Dios (que se sobreentiende el Padre). De hecho insiste por triplicado en la pluralidad que deriva de una unidad. Por decirlo de alguna manera, pone tres ejemplos diferentes de un mismo esquema. Más adelante la teología trinitaria hablará de la acción atribuida al Padre, al Hijo y al Espíritu, pero no parece que sea éste el interés de Pablo en este pasaje.

A ls corintios les gustaba envanecerse de sus cualidades. Sentían una particular fascinación por el don de profecía y por el don de lenguas. Fijémonos que Pablo lo pone en el último lugar en la lista de dones y la acompaña del don de la interpretación, porque, sin él, el don de lenguas no sirve para nada. Lo contrapone a sabiduría y conocimiento, que ocupan los últimos puestos de la lista. En el listado de Romanos 12,6-8 la omite y dedica una extensa parte del capítulo 14 a contraponerlo al don de profecía. Pablo no se opone a este don, pero exige que vaya acompañado de la interpretación. Todo esto hace ver que este debía ser un problema serio en la comunidad que obligó la intervención de Pablo. Nadie debe esgrimir ningún mérito porque el Espíritu da los dones a quien quiere y siempre deben estar al servicio de la comunidad.

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.