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Los capítulos 13 y 14 del libro de los Hechos de los Apóstoles narran los incidentes del primer viaje misional de Pablo y Bernabé, iniciado por una indicación del Espíritu Santo, acaecida en un acto de culto, mientras la comunidad ayunaba (13,2) . En la primera lectura de hoy leeremos el pasaje (14,21 b-27), que en narra el regreso de este viaje.

Pablo y Bernabé habían embarcado en Pafos, se dirigieron a Perge de allí a Antioquía de Pisidia. Siguieron hacia Iconio, Listra y Derbe. Hubieran podido retornar yendo de Derbe hasta la costa y embarcar para llegar a Antioquía de Siria. Contrariamente, eligieron retroceder y volver a las ciudades donde antes habían estado; esa ruta era más complicada y peligrosa.

La finalidad de esta opción era el deseo por parte de Bernabé y Pablo de volver a las comunidades, que habían fundado a fin de darles ánimo y asentar la tarea iniciada. Los decían: "Es necesario que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios". Lucas había predicho en su Evangelio que la tarea del predicador no sería fácil. Jesús mismo fue rechazado en la sinagoga de Nazaret (4,28-29), los predicadores ambulantes también podían ser rechazados (9,5; 10,11) y las persecuciones estaban garantizadas de antemano (21,12-19). El primer viaje de Pablo y Bernabé no quedó inmune a estas dificultades. A Salamina se enfrentaron al mago Elimas (13,8-12), en Antioquía de Pisidia fueron víctimas de los celos de los judíos (13,45), que organizaron contra ellos una persecución (13,50), en Iconio se forjó un plan conjunto de paganos y judíos contra los dos apóstoles para hacerles daño y apedrearles (14,5); instigados por judíos que venidos de Antoioquia e Iconio, los habitantes de Listra apedrearon a Pablo y fue expulsado fuera de la ciudad (14,19). Esta animadversión contra Pablo y Bernabé seguramente se extendió a las comunidades por ellos fundadas y este fue uno de los motivos de las palabras de aliento de los misioneros a unas comunidades igualmente perseguidas.

Con las palabras no basta para consolidar la labor realizada. Hacen falta gestos más operativos y por ello Pablo y Bernabé designaron responsables de que dirigieran la comunidad. El término exacto aplicable a estos responsables es ancianos o sacerdotes. En ningún texto de las cartas auténticas de Pablo se habla de la designación de sacerdotes para la dirección de las comunidades. Aquí se nota la influencia de Lucas, que se inspira, sobre todo, en los consejos de ancianos, que regían las sinagogas judías locales. Lo que es importante retener es el carácter colegial en la dirección de la comunidad y la autonomía que esta adquiere respecto de sus fundadores. En regirse por ellas mismas, adquirieron una madurez que les permitió prescindir de la tutela de sus fundadores.

Un detalle interesante a retener. Los misioneros, una vez han regresado, explican a la comunidad que Dios ha abierto a los paganos la puerta de la fe. Los objetivos propuestos por el Espíritu se han conseguido. El profeta Isaías dice: "Abrid las puertas y entrará una gente justa que guarda fidelidad" (Is 26,2) Abrir la puerta es siempre señal de aceptación, nunca de exclusión. A partir de ahora, los paganos podrán entrar por la puerta grande de la comunidad cristiana, sin ningún tipo de impedimento.

Domingo 5 º de Pascua
28 de Abril de 2013

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