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Por La puntada .

Miedo a que la visceralidad nacionalista domine nuestras vidas, con fuerza, irracionalidad y arrogancia.
Miedo a que los medios de comunicación y los despropósitos nacionalistas de signo españolista y de signo catalanista me cambien la percepción amable de muchos españoles, que también forman parte de mi identidad y que siento y quiero cercanos. Y que ni son del PP ni de la Conferencia Episcopal.
Miedo a que nos manipulen nuestra historia, a unos y otros, más de lo que ya lo está.
Miedo a que todos acabemos refugiándonos en la demagogia, abandonando la complejidad de las cosas.
Miedo a que todo aquello en lo que he puesto el alma con voluntad cohesionadora salte por los aires porque el ambiente se enrarece hasta hacer imposible la convivencia.
Miedo a que los temas sociales, en plena crisis, queden ahogados bajo las banderas en beneficio de los de siempre, de aquí y de allí.
Miedo a que los trabajadores acabamos peleándonos como gatos en el partido, el sindicato, en el vecindario, mientras la máquina sin alma del mercado nos hace perder hasta la camisa, sin aliento para responder.
Miedo a que mi partido (ICV), donde ya tenemos por costumbre escindirse llenos de entusiasmo, vuelva a hacerlo.
Miedo a que los corruptos, como siempre, sigan escondiendo sus delitos bajo la bandera.
Miedo a que nos hagamos cada día un poco más insolidarios.
Miedo a que la cultura catalana se convierta en excluyente con la gente de otras hablas y otros orígenes como ya hace tiempo que va pasando.
Miedo a que el nacionalismo no se ocupe de la cultura catalana, sino, como hasta ahora, sólo para ponerla en el escaparate.
Miedo a que el sentimiento independentista y nacionalista no se canalice hacia un proyecto político sólido y con capacidad de consenso. La experiencia del Estatuto no fue en absoluto acompañada de unidad, al contrario.

Miedo a que ante la probable dureza de la confrontación con España, la gente quede mucho más decepcionada de lo que ya está, porque la ilusión es grande, pero no sé si la asunción de riesgos también lo es.

Miedo al fascismo español y catalán, a la xenofobia y a las reacciones violentas.
Miedo a que la independencia respecto a España no contemple en absoluto la independencia respecto a los mercados y nos convirtamos en un casino más.
Miedo a que un divorcio forzado de España conlleve una pérdida definitiva de derechos sociales (los fondos de la Seguridad Social, las cajas ...). España con o sin independencia siempre es un buen pretexto y en cualquier caso si alguien tiene que empobrecerse no serán las clases acomodadas.
Miedo a que los que amamos la cultura que se hace en Cataluña pero que no somos independentistas ni nacionalistas acabemos recibiendo de todas partes (como les pasó en la guerra civil a los republicanos cristianos).
Y miedo a que en las Iglesias cambiemos el Evangelio por la patria.

Entiendo que todos los pueblos tienen derecho a expresar su voluntad de soberanía. Pero a mí ni me gusta ni me parece oportuno ni me hace feliz.
Con o sin independencia, creo que hay que seguir luchando sin rehuir conflictos por cosas que, en mi opinión, son muy valiosas:
Para que el catalán pueda desarrollarse plenamente en un contexto de diversidad cultural.
Para que Cataluña y el resto de autonomías encajen de manera más satisfactoria para todos en el contexto español y europeo.
Para que Europa deje de estar secuestrada por el economicismo.
Para no perder el sentido autocrítico ni el pluralismo.
Para llegar a una sociedad más igualitaria sin discriminaciones de ningún tipo.
Para una política transparente y participada, con la imprescindible transformación de los partidos y de las instituciones
Para que el arte y la cultura estén al alcance de todos.
Para garantizar los derechos laborales, educativos, sanitarios, sociales.
Para conservar el entorno natural
Para desarrollar una economía productiva, sostenible, autónoma y razonable
Para permitir a los jóvenes acceder a trabajos dignos.
Para reducir el consumo de tonterías y especialmente de tonterías tecnológicas.
Para promover la solidaridad y la paz entre los pueblos
... Y por tantas otras cosas

Mercè Solé es militante de ACO

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