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En el relato de la transfiguración de Jesús según Lucas (9,28-36), esta tiene lugar inmediatamente después del primer anuncio del sufrimiento, muerte y resurrección de Jesús y una enseñanza sobre el seguimiento (9,22-21) y un poco antes del segundo anuncio sobre el fin trágico de Jesús (9,43b-45). La conclusión del relato explica que la voz del cielo alienta a escuchar a Jesús: "Escuchadle". Escuchar significa, por tanto, entender y aceptar el sufrimiento de la cruz que tan poco gusta. La conexión con tal enseñanza en Lucas es muy clara, pues sólo él -Mateo y Marcos no lo resaltan- dice "después de haberles dicho eso". Es la manera de orientar al lector para que tenga en cuenta que lo que se explicará tiene relación con lo dicho anteriormente.

Lucas introduce algunos detalles en el relato que los otros dos sinópticos no tienen en cuenta. Uno de ellos especifica que la transfiguración se produce mientras Jesús ora (v. 29). Jesús lo hace en momentos cruciales y decisivos de su vida: el bautismo (3,21), la elección de los 12 (6,12), el don del Padrenuestro (11,1), Getsemaní (22,41). La transfiguración adquiere el tono de momento relevante de la vida de Jesús.

La diferencia más notable respecto a los otros dos sinópticos es que Lucas da noticia del contenido de la conversación de Jesús con Moisés y Elías. Hablaban de la partida que iba a consumar en Jerusalén. La palabra griega que se ha traducido por partida es éxodo. Hablaban del éxodo de Jesús. Inmediatamente se produce la relación con la experiencia del éxodo vivida por Israel: salida de Egipto, paso por el desierto y muerte de una generación y entrada a la tierra prometida. En esquema es el paso de la opresión a la libertad. En un sentido amplio el conjunto de la vida de Jesús se puede interpretar como un éxodo, en tanto que el establecimiento del Reino de Dios, es una trayectoria que va de la opresión a la libertad. Pero Lucas matiza que el éxodo se ha de cumplir en Jerusalén y modifica el esquema. El papel opresor de Egipto ahora lo asume Jerusalén como institución opresora y religiosa de Israel. Jesús saldrá de Jerusalén, morirá en el calvario y con su muerte y su resurrección inaugurará la nueva tierra prometida. Evidentemente para Pedro, Santiago y Juan este lenguaje resulta ininteligible, para ellos el Mesías debe ir a Jerusalén a triunfar, no a morir; por eso Lucas, y sólo él, hace notar que los discípulos duermen.
Sólo en Lucas la voz del cielo dice de Jesús que es el Elegido (para Mateo y Marcos es el Amado). Es un título netamente mesiánico. La voz del cielo, Dios, avala la misión mesiánica de Jesús. En este sentido, confirma el reconocimiento de Pedro hecho anteriormente (9,18-21), pero el calificativo de Elegido relaciona Jesús con la persona del Siervo del Señor, también elegido por Dios y sufriente como Jesús (Is 41,1; 52,13ss) . El mesianismo avalado por Dios, la voz del cielo, no es el mesianismo beligerante y triunfalista, sino lo que pasa por la cruz.
Moisés y Elías son agua pasada porque ahora a que hay que escuchar es a Jesús. Dios no vendrá a sacar las castañas del fuego (quedó claro en el episodio de las tentaciones), los discípulos no lo entienden y, en el momento decisivo, lo dejarán. Jesús deberá hacer acometer él solo su misión . Lucas lo deja bien claro: Jesús se quedó solo.

Domingo 2º de Cuaresma. 21 de Febrero de 201

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