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El episodio de la mujer adúltera formaba parte primitivamente del evangelio de Marcos. Estaba ubicada en el conjunto de embestidas (Mc 11,27 a 12,37) de los adversarios de Jesús, hechas con el fin de encontrar alguna causa que justificara su detención y posterior muerte. Lucas, en la medida en que se inspiró en Marcos, la conservó. Finalmente fue excluida tanto del evangelio de Marcos como del de Lucas; durante un tiempo circuló de forma independiente y por último, gracias a la inserción en el evangelio de Juan, hemos podido conservar esta pequeña obra maestra.

Estos movimientos fueron provocados por la práctica penitencial de las primeras comunidades cristianas marcada, hasta finales del s.I, por un rigor moral que recelaba de admitir que Jesús perdonara uno de los pecados que comportaban la exclusión de la comunidad cristiana. Debemos recordar que la Iglesia primitiva consideraba la idolatría, el homicidio y el adulterio como pecados graves, incompatibles con la condición de bautizados y sólo una rigurosísima penitencia posibilitaba el retorno a la comunidad. En este contexto no se entendía que Jesús perdonara una adúltera sin más. Fue en un tiempo posterior, de práctica penitencial más liberal que el episodio de la mujer adúltera se recuperó insertándose en el evangelio de Juan.

Se consideraba adúltera la relación sexual entre un hombre - estuviera casado o no - con una mujer casada o prometida, dado que esta relación contrariaba el derecho de propiedad que el marido tenía sobre su mujer adquirido por el contrato matrimonial. El castigo por adulterio no pretendía otra cosa que proteger el derecho de propiedad del marido sobre su mujer. El castigo estipulado por la Ley (Lv 20,12 y Dt 22,23) era muy severo: muerte por lapidación.

"Le hacían esta pregunta con malicia, para tener de qué acusarle" (v6). La controversia entre Jesús y sus adversarios no es una controversia de escuela para dirimir la correcta interpretación de un precepto legal. "Moisés en la ley nos mandó" (v5). Lo que está en juego es la confrontación de Jesús y Moisés. Maestros de la ley y fariseos saben que Jesús no será capaz de condenar la mujer adúltera ya que en él la misericordia pesa más que la ley. Moisés era mucho más que un personaje histórico era tenido como la encarnación de lo más esencial en el judaísmo. Suplantar Moisés era cuestionar la obra de Dios. Será capaz Jesús de suplantar Moisés ?.

Jesús escribe en el suelo la nueva ley. La antigua fue escrita sobre las tablas de piedra por la mano de Dios (Ex 31,18; 32,16; Dt 9,10). Es la ley invocada por los adversarios de Jesús. Este, como un nuevo legislador, escribe en el suelo la ley de la total y absoluta misericordia de Dios. Tanto de una como de la otra Dios es el autor, la diferencia está en el soporte sobre las que se han escrito: la piedra símbolo de la rigidez, la dureza, la intolerancia; la tierra blanda símbolo de la ductilidad, de la comprensión, la transigencia.

Por dos veces se dice de la mujer que está en medio. La indicación podría responder a la costumbre de poner en medio de los acusadores un inculpado a fin de ser interrogado. Así ocurre con Jesús en medio del Sanedrín (Mc 14,60). En este caso parece mejor recurrir al simbolismo del centro. Los que han puesto la mujer en medio son los representantes de la ley. La centralidad segun esta ley radica en el cumplimiento, la transgresión, el pecado. Jesús cambia la situación. Desaparece el círculo que atenaza la mujer. Esta sigue estando en medio, pero se ha convertido en un centro transformado. En el nuevo centro está la persona humana que ha quedado transformada por un Jesús que no condena. En el nuevo centro abierto está la persona humana liberada, una mujer restituida en su dignidad, abierta a emprender un nuevo camino

Domingo 5º de Cuaresma. 13 de Marzo de 2016

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