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Catalunya Religió

(Jordi Llisterri-CR) "Necesitamos una iglesia civilizada en una sociedad civilizada". Es una frase de mosén Josep Maria Via Taltavull que resume su inquietud por una fe vivida con exigencia intelectual como servicio a la sociedad y a la cultura contemporánea. Via Taltavull ha fallecido este sábado por la noche, a los 78 años, después de retirarse los últimos años de la vida académica y social por motivos de salud. El funeral se celebrará este lunes a las 11 de la mañana en el monasterio de las Agustinas de Barcelona y el martes se celebrará una misa exequial en el Seminario.

Josep Maria Via Taltavull se dedicó principalmente a la docencia como profesor de antropología filosófica y fenomenología de la religión en la Facultat de Filosofia de la Universitat Ramon Llull, en la Facultat de Teologia de Catalunya y el Institut de Teologia. Pero también fue conocido por su labor de divulgación en numerosas conferencias y congresos y por la colaboración regular que mantuvo con el diario La Vanguardia desde 1973 hasta finales de los años 80. Allí escribió casi 200 artículos sobre filosofía, religión y análisis de la cultura y después se publicó una selección en el Cuaderno "Fe i Pensament" de la Fundació Joan Maragall.

Era un hombre de sólida formación filosófica y teológica y con una gran sensibilidad por la cultura. Esto supuso que fuera una de las voces que tuviera más presente el cardenal Narcís Jubany para crear una entidad de diálogo entre fe cristiana y cultura en Barcelona. Así, fue patrono fundador de la Fundación Joan Maragall en 1987 y actualmente era patrón emérito. También fue miembro activo de la Societat Catalana de Filosofia y de la Associació de Teòlegs Catalans. En el ámbito eclesial, destacó como ponente en las sesiones del Concilio Provincial Tarraconense de 1995.

Nacido en 1933 en Barcelona, ​​Josep M. Via Taltavull se licenció en filosofía por la Universidad Católica de Lovaina y en teología por la Universidad Pontificia de Salamanca. Amplió su formación en París y Colonia donde compartió estudios con Paul Ricoeurd, Maurice Merleau-Ponty, y Walter Biemel.

Con un carácter fuerte y singular, de expresión contundente y una afinada retórica, se ganó la estimación de muchos discípulos y compañeros académicos como se puso de manifiesto en el homenaje que organizó en 2008 la Fundación Joan Maragall coincidiendo con los cincuenta años de ordenación sacerdotal.

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