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Por La puntada .

Independientes y libres, como oí decir hace poco a un hombre que tomaba la palabra en un acto público, y que, aunque no venía a cuento, soltó la proclama mientras suavizaba el rostro y la mirada se le perdía en el infinito. Me pregunté: ¿qué tiene que ver la libertad con la independencia?¿Es que un hombre atrapado para siempre en una silla de ruedas no será nunca libre? Quiero creer que si bien hay dependencias que encarcelan, la independencia no es garantía suficiente de libertad.

Cataluña tiene una mala relación de encaje en España, sin duda, de la que los ciudadanos ya han manifestado que quieren librarse. ¡Muy bien hecho! Puede ocurrir, y de hecho así es, que no sea la española la única dependencia que se interpone en nuestra libertad. Dependemos de la Unión Europea, que condiciona también la soberanía económica y nacional: la dependencia Europea, en cambio, es bien vista por ahora, a juzgar por los comentarios que ha levantado la posibilidad de ser expulsados ​​en caso de consumar la secesión. Habrá que ver, sin embargo, si las draconianas condiciones de un eventual y cercano rescate cambiarán o no esta percepción. Hay también una dependencia de los "mercados" tanto de cara a la deuda que hemos acumulado como país, que nos aprisiona, como con respecto a la tiranía del capital internacional que quiere imponerse por encima del poder democrático. Un país pequeño y muy endeudado como el nuestro, con unas infraestructuras hoy por hoy en su conjunto insostenibles, y con un desbarajuste económico (industria en recesión, y negocios especulativos al alza) es un país dependiente de la financiación, dependiente de recursos externos y de mercados exteriores. Dependemos tanto del petróleo como del turismo, al igual que nuestros vecinos españoles dependen de nuestra energía nuclear.

Un mundo interdependiente, que hace que uno de los principales retos de la humanidad, el cambio climático, sea inabordable desde ningún lugar en concreto ni desde nadie en particular ... En un rincón del planeta donde no hay alternativa de suministro si no es gestionando enormes redes eléctricas o infraestructuras hídricas, el único camino que conduce a la libertad es negociar nuestras dependencias. En este sentido la independencia no puede ser nunca una fuga sino un pacto. Los sindicalistas saben que el portazo no cierra nada. Y que evitar o esquivar el problema únicamente retrasa su aparición. Nos guste o no, para ser libres estamos condenados a negociar y ponernos de acuerdo.

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