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Comentario a la primera lectura del 1.º domingo de Cuaresma. B

La alianza ( en hebreo “berit” ) es un término y concepto teológico ampliamente presente en el Antiguo Testamento. Las primeras lecturas de Cuaresma del ciclo B dedican una especial alusión a este tema. Este primer domingo la primera lectura narra la alianza de Dios con Noé, el segundo domingo presenta la de Abraham, el texto del tercer domingo recoge el decálogo estrechamente vinculado a la alianza del Sinaí; el exilio es la evidente alusión de la alianza rota y este es el tema de la lectura del cuarto domingo; la del quinto domingo presenta el texto de Jeremías que hace una interiorización de la alianza.

El texto que leemos hoy (Gn 9,8-15) pertenece a la tradición sacerdotal. Esta tradición tiene su origen entre los exiliados de Babilonia. Algunos de estos se desanimaron al ver el templo destruido y la tierra perdida, otros, en cambio, intentaron profundizar en el pasado de Israel a fin de fortalecer una fe y una esperanza capaces de afrontar la nueva situación. Esto es lo que hicieron algunos sacerdotes de Jerusalén exiliados en Babilonia entre los cuales había el profeta Ezequiel. La tradición se origina, pues, al final de la época del exilio y los primeros tiempos del retorno. La tradición sacerdotal no quiere anular las otras tradiciones sino complementarlas en una nueva visión exigida por la novedad histórica. Dará mucha importancia a la pertenencia al pueblo, de aquí que las genealogías ocupen un lugar importante en esta tradición. Se trata de conservar la identidad de Israel en medio de Babilonia a fin de evitar la disolución como pueblo. Signo de la pertenencia a este pueblo será la circuncisión. Al no poder ir al templo acentuará la importancia del sábado. Las normas sobre pureza ritual, el sacerdocio, el culto y el templo serán también puntales de esta tradición.

Al leer el relato del diluvio hay que tener presente el relato de la primera creación. El caos precede al orden que supone la creación de Dios. Esta primera creación queda perturbada por el pecado que llena la tierra de violencias (Gn 6,11). Dios se entristece y se arrepiente de haber creado el ser humano y decide con el diluvio hacer desaparecer el ser humano y todo el que había creado. (Gn 6, 5-7).

El diluvio tiene como finalidad principal eliminar la violencia que impera sobre la tierra. Las aguas del diluvio purifican el mundo. Después del diluvio surge un nuevo mundo. La tierra vuelve a estar seca y en condiciones de producir nuevamente la vida. Dios bendice esta nueva humanidad como lo hizo al principio (Gn 1,28).

La existencia de este nuevo mundo purificado por las aguas del diluvio depende totalmente de la generosidad de Dios. La alianza que Dios establece con Noé y su familia y todos los que estaban en el arca es una alianza unilateral. No hay condiciones previas ni exigencias de cumplimiento. Dios recordará esta alianza cuando vea la señal en el arco iris.

El mensaje del relato del diluvio es particularmente significativo para el pueblo de Israel que ha vivido el exilio. A la luz de este acontecimiento la caída del estado de Judá con su capital Jerusalén, la pérdida de la tierra y el exilio son comparables a la destrucción producida por el diluvio. Si después del diluvio surge un nuevo mundo, un nuevo orden, también Israel puede experimentar un resurgimiento como pueblo, puede ver el advenimiento de un nuevo orden.

La alianza con Noé es una alianza universal. Para Israel la alianza ha sido una experiencia positiva en cuanto a las relaciones con Dios. Ahora quiere, pues, que lo que ha sido bueno para él lo sea también para la totalidad de los pueblos de la tierra.

Domingo 1.º de Cuaresma. 18 de Febrero de 2024

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