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Por Catalunya Religió .
En Gerasa

«Ponemos luz en la oscuridad…» es una expresión utilizada con frecuencia por el periodista Carles Porta en la presentación de su programa Crímenes o en la solapa de sus libros sobre este mismo tema. Sus relatos trepidantes para descubrir los autores de los crímenes o desvelar sus móviles que les impulsaron a cometerlos atrapan al espectador o lector, según los casos. Tiene un público fiel y la audiencia asegurada. He leído su libro Pecados capitales (2023). En él reúne historias de crímenes reales unidas por el hilo conductor de los siete pecados capitales, siguiendo la tradición del cristianismo de acuerdo con Gregorio Magno, santo Tomás de Aquino o Dante. Capital se refiere a ser la cabeza o el origen del resto de pecados o vicios. La lista comprende la soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza. Cada historia se corresponde a uno de estos siete pecados capitales. Carles Porta encomienda al lector la decisión de unir cada historia a un pecado capital concreto. Reconoce que el debate es interesante. Se consiga estar de acuerdo o no con la elección realizada, el periodista afirma que ciertamente una de estas pasiones es el posible móvil del crimen. Alguna de estas historias es difícil de digerir. En 1995 se estrenó el magnífico filme Seven (Se7en), dirigido por David Fincher. Un asesino en serie (serial killer) mataba a sus víctimas siguiendo el guion de los siete pecados capitales. Se trata de siete pasiones arraigadas en la mente humana. Porta se pregunta: «¿Podemos imaginar el ser humano sin ellas?»

Desde la óptica psiquiátrica o psicológica, se trata de unos patrones perdurables, fijos, dominantes, que entrelazan pensamientos afectos e impulsos, que nos dañan cuando imponen su código de conducta y que deterioran nuestras relaciones con los demás. Nuestra espiritualidad también se ve profundamente afectada de manera negativa. Todas estas pasiones nos conciernen, pero una de ellas se adueña de la vida de cada uno con mayor fuerza. Los primeros monjes elaboraron una lista de ocho, porque incluían con todo acierto la vanidad que, en la lista actual, ha quedado abducida por el orgullo, siendo ambas distintas. La tipología del eneagrama se inspira también en estas pasiones. Suele existir sobre ellas una mirada superficial. Algunas pasiones parecen menos negativas que otras, sin darse cuenta del gran perjuicio que cualquiera de ellas sin excepción causa en la persona al sujetarse a sus exigencias. Su dominio sobre nosotros genera mucha infelicidad propia y ajena. Se trata de ser conscientes de su realidad (tarea harto difícil), desentrañar los mecanismos y dependencias que generan, y encontrar el antídoto para contrarrestar con la virtud el veneno que inoculan.

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