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Catalunya Religió

(Càritas) A raíz de la publicación de la última Encuesta de Población Activa, desde Cáritas Diocesana de Barcelona reclamamos, como venimos reiterando desde 2009, un acuerdo unánime para favorecer la ocupación, en especial la de aquellas personas que hace más tiempo que no trabajan.

Parece que mientras avanza el naufragio del barco –así lo reflejan las cifras del paro- no sólo no auxiliamos a las víctimas, sino que además continuamos debatiendo cuál es la mejor tripulación. Esto refleja la incapacidad de todos nosotros, como fuerzas sociales, políticas y económicas, para actuar a favor de los que están en una situación más grave.

En este sentido, los datos hechos públicos ayer por el Instituto Nacional de Estadística hacen evidente que el paro que golpea nuestra sociedad está acelerando el camino hacia la exclusión social y las desigualdades. En la labor realizada desde Cáritas, constatamos que el hecho de no tener trabajo puede ser el primer paso hacia la pobreza.

Por ello, nos alarman especialmente las graves situaciones que se esconden detrás de las cifras:

-El paro de larga duración, puesto que más de tres millones de personas no tienen trabajo desde hace más de un año. Este hecho no sólo dificulta su reincorporación al mercado laboral, sino que también perjudica gravemente el bienestar emocional y la salud de la persona.

-Familias con todos sus miembros en paro, ya son casi dos millones en toda España. Esta realidad puede tener graves consecuencias sociales, sobre todo cuando hay niños y gente mayor que no ven cubiertas sus necesidades básicas.

-Falta de medidas para las personas con un perfil de ocupabilidad bajo. Es preciso que las políticas para la ocupación se dirijan prioritariamente a las personas con un nivel de estudios bajo, dado que representan más de la mitad de las personas paradas.

-Precariedad laboral. En paralelo a la pérdida de puestos de trabajo, asistimos a la precarización de nuestro mercado laboral, porque incluso las personas que tienen trabajo afrontan muchas dificultades para cubrir sus necesidades.

Esta realidad nos alerta, cada vez con más dureza, que nos encontramos ante una emergencia social que requiere respuestas inmediatas que prioricen la protección de las personas en situación vulnerable: parados de larga duración, personas que han agotado las prestaciones y familias sin ningún tipo de ingreso.

En estos momentos, la situación es tan crítica que no se puede aplazar más la consecución de un verdadero pacto para la ocupación que, en lugar de fijarse en los objetivos macroeconómicos, ponga la persona, y la recuperación de su dignidad, en el centro.

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