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Por Josep Gallifa .

¿Cómo surgieron los modelos actuales de escuela que conocemos? ¿Y cómo fue que se optó por un modelo único de escuela pública?

Siguiendo con el hilo histórico llegamos a los años 70, años de grandes cambios sociales. En 1970 se promulgó la Ley General de Educación, también llamada por el nombre del ministro que la promovió, como Ley Villar Palasí. Fue una ley suficientemente avanzada que abarcaba por primera vez en muchos años el conjunto del sistema educativo.

- Definió la EGB y la educación obligatoria hasta los 14 años

- Apostó por una pedagogía personalista

- Flexibilizó las pasarelas y las rigideces del sistema

- Respetó la libertad de elección en materia de religión

- No terminó de salir de los modelos burocráticos y centralistas

Esta ley se quedó a medio camino. Por un lado, permitió avanzar respecto al retraso educativo endémico e incorporó valores de las pedagogías europeas. Sin embargo, la educación obligatoria se quedaba a los 14 años en lugar de los 16 y el personalismo pedagógico pronto quedó convertido en las bien conocidas “fichas” de la EGB. Esta ley se vio pronto superada en algún aspecto, como fue el centralismo, por los acontecimientos políticos.

Efectivamente, ya en época democrática, en 1981 se produjeron los traspasos en Enseñanza a la Generalitat. En 1979 se había aprobado el Estatuto de Autonomía y la Generalitat pasaba a tener plenas competencias en Educación. Así se creaba el Departamento de Ensenyament. Empezaba un período de ilusión en diversas instancias de la sociedad entre ellas el mundo educativo.

La Generalitat, y el amplio consenso de la sociedad catalana, quiso que los centros que había recibido de los traspasos formaran una sola red, en la que hubiera un único modelo respecto a la lengua. Así se empezó a aplicar la Normalización Lingüística.

La contribución de personas como Marta Mata y los Movimientos de Renovación Pedagógica en torno a La Asociación de Maestros Rosa Sensat fue significativa en la generación del modelo de escuela pública. Tratábamos en la entrada anterior de escuelas de iniciativa social pedagógicamente inquietas, nacidas al entorno de la Iglesia muchas de ellas, y como algunas pasaron a una enseñanza de valores laicos. También exponíamos cómo se había desarrollado progresivamente este marco de pensamiento. Así fue como se apostó por un único modelo de escuela fundamentada en la educación laica. Fueron muy significativos en este sentido los debates pedagógicos de aquellos años en los que muchos expertos defendían que la Educación debía ser neutra, que la escuela debía limitarse a instruir, que no podía influir en los valores.

Por otra parte, y lamentablemente, el modelo de financiación hizo que se arrastrara un sistema de interinaje del profesorado que más que provisional se convirtió en endémico, más cuando tuvieron que crearse nuevos centros por el crecimiento demográfico que tenía su punto álgido en aquellos años (1975 fue el año del máximo demográfico).

En 1985 se promulgó la LODE (Ley Orgánica del Derecho a la Educación). Con una campaña bien llevada a la opinión pública desde el Secretariado de la Escuela Cristiana sobre el principio de la libertad de elección, la ley incorporó este principio, y además en su negociación, por influencia del P. Francesc Riu ya través de la Minoría Catalana en el Congreso de los Diputados, se flexibilizaron las exigencias con los conciertos educativos para todo el estado. La LODE definió el régimen de los conciertos para la escuela de iniciativa social. Aunque infrafinanciadas sin embargo permitieron el desarrollo de las escuelas cristianas como las hemos conocido. "Que no nos cambian la LODE" decía Mons. Elías Yanes en una de las discusiones legislativas posteriores. La LODE es la única ley educativa que no se ha derogado con el paso de los años. Hizo posible y efectiva la libertad de elección, así como consolidó la oferta de formación religiosa a las familias que así lo eligieran.

En 1990 se promulgó la LOGSE, una ley que conectaba con las psicopedagogías vanguardistas europeas, cambiaba la estructura y definía la educación obligatoria hasta los 16 años. Con un paradigma comprensivo, definía definitivamente la escuela en un marco democrático, la inclusión de las necesidades educativas especiales, los cambios curriculares, etc. Psicólogos catalanes como Cèsar Coll o Climent Giné contribuyeron significativamente en su concepción y desarrollo. El Departamento de Enseñanza se implicó activamente con los nuevos currículums. La Escola Cristiana trabajó de forma muy notable y colaboró activamente con la administración pública para la transformación curricular, yendo por delante con la aplicación de los principios psicopedagógicos, recientemente adoptados entonces, del constructivismo y el aprendizaje significativo.

Y así nació el modelo de la escuela pública como la conocemos. Con un único modelo, de valores laicos, pues la intelectualidad pedagógica mayoritaria (Asociación de Maestros Rosa Sensat, Movimientos de Renovación pedagógica, UB y UAB, etc.) había asumido esta orientación para la escuela pública. "Pública, catalana y gratuita", era el eslogan que se repetía entonces. En el trasfondo de las mentalidades resonaban todavía los modelos estatalistas unificados, ahora desde la administración catalana. Además, tal vez el querer distanciarse lógicamente del nacionalcatolicismo anterior, contribuyó a que el péndulo fuera hacia el polo opuesto en cuanto a la aceptación por parte de algunos sectores de los colegios religiosos.

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