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Comentario al evangelio del domingo 27 durante el año. A

La segunda parábola de un grupo de tres dedicadas a la denuncia de la infidelidad de Israel la leemos en el evangelio de este domingo (Mt 21,33-43). Suele ser conocida como la parábola de los viñadores homicidas. Las otras dos son la parábola de los dos hermanos (21,28-32) y la del banquete de boda (22,1-14)

La parábola empieza hablando de un hombre que plantó una viña. La imagen de la viña era popular y conocida en tiempo de Jesús. En el Antiguo Testamento aparece para simbolizar la esposa (Sl 128,3) o también la sabiduría (Sir 24,17); en tiempo de Jesús una gran vid de oro lucía dominando la entrada del templo de Jerusalén. Lo más frecuente, como en el texto de Mateo, es que sea símbolo del pueblo de Dios. El pasaje del Antiguo Testamento que más se ajusta con nuestra lectura es el canto de amor a la viña del libro de Isaías ( Is 5,1-7).

La descripción detallada de las mejoras en la viña subraya el interés solícito del hombre que no escatima recursos para protegerla y tener cuidado de ella, símbolo de los beneficios que Dios ha otorgado a Israel a lo lago de su historia.

El uso de “sirvientes” es una alusión a la historia de Israel. El envío de profetas no fue un hecho puntual sino una constante de la historia de Israel; una situación que describe muy bien el segundo libro de las Crónicas: “El Señor, Dios de sus padres, los advertía sin cesar por medio de sus mensajeros, porque no quería hacer desaparecer a su pueblo y el santuario donde residía. Pero ellos hacían befa de los mensajeros de Dios, despreciaban la palabra de Dios y se burlaban de sus profetas, hasta que la indignación del Señor contra su pueblo creció tanto que ya no hubo remedio” (2 Cr 36,15-16). Que la persecución y muerte de los profetas ( 1Re 18,13; Ne 9,26; Jr 37,15-21) era un destino connatural de los profetas era un tema ampliamente admitido: “Jerusalén, Jerusalén, que matas los profetas y apedreas quienes te son enviados” dirá más adelante Mateo (23,37, también Lc 13,34).

El clímax narrativo llega con el envío del hijo, indiscutible referencia a Jesús. Enviar al hijo es una imprudencia incomprensible, narrativamente hablando, porque supone confiar en unos viñadores que han demostrado sobradamente su comportamiento cruel y despiadado hacia los enviados del amo, a pesar de todo, el amo lo envía. Los viñadores sacan al hijo de la viña para matarlo semejantemente como pasará con Jesús que lo sacaron de Jerusalén para crucificarlo ( Jn 19,17.20). Muerto el hijo, supuesto heredero de la viña, los viñadores pueden quedarse con la propiedad. Esto quiere decir prescindir totalmente del amo que, traduciendo la imagen a nivel teológico, quiere decir prescindir totalmente de Dios. Los grandes sacerdotes y fariseos quieren ser los únicos amos y señores del Pueblo de Dios. Para expoliar al pueblo, a Dios no lo necesitan para nada.

La parábola en sus inicios acababa con la muerte del hijo, pero a las primeras comunidades cristianas no los pareció bien este final tan negativo y trágico, por eso se añadió una reflexión. Igual que en la parábola de los dos hermanos, hay una pregunta que hace que la parábola no deje indiferente y una respuesta que conlleva una acusación de tal manera que las propias palabras de los sacerdotes y fariseos se convierten en una acusación.

A diferencia del canto a la viña de Isaías no es la viña la que recibe el castigo sino los viñadores, es decir, los responsables de Israel que pervive como una realidad histórica después de la muerte de Jesús. La viña será dada a otro pueblo que la haga fructificar. Aquí va bien recordar el texto de Mateo que dice: “Vendrá mucha gente de oriente y de occidente y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino del cielo” (Mt 8,11; pareciendo Lc 13,29). Dar fruto es una exigencia evangélica de primer orden ( Mt 3,10; 7,19; 12,33; 13,8.22.23). Pueblo traduce el término griego “ethos”; aquí aparece en singular, en plural es la forma habitual de designar los paganos. Este pueblo es la comunidad de Jesús a la que se ha encomendado la misión de iniciar, realizar y promover la presencia activa del Reino de Dios en el mundo. El pueblo responsable de la cosecha en el Reino de Dios ( la viña) ya no será ni el Israel histórico o religioso, ni tampoco los pueblos del mundo pagano sino la comunidad universal convocada en el nombre de Jesús.

Domingo 27 durante el año. 8 de Octubre de 2023

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