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La comunidad de Tesalónica vive angustiada, pensando que los que han muerto no podrán ir al encuentro del Señor. La resurrección de Jesús, garantía de la resurrección de los creyentes, será el paso que hará posible estar con Jesús. Lo explica Josep Mª Solà, teólogo y profesor, en este comentario de la lectura del domingo.

RESURRECCIÓN UN PASO, NO UN FIN

Las primeras comunidades cristianas estaban convencidas de que el regreso del Señor Jesús era un acontecimiento inminente que debía producirse de un momento a otro. De eso estaba convencido también Pablo, en el momento de escribir el texto de la carta a los Tesalonicenses, que leemos en la segunda lectura de este domingo (1 Ts 4,13-18). Esta convicción generaba una inquietud a la que Pablo quiere dar respuesta:¿Quedarán fuera de juego los que han muerto porque, cuando venga el Señor, no podrán ir a su encuentro? ¿No es una injusticia el hecho de que sólo los que queden en vida para entonces podrán ver al Señor en su venida gloriosa?

Pablo responde apuntando a una convicción que, posteriormente, en la carta a los Romanos desplegará con mayor intensidad. La resurrección de Jesús abre el camino y es la garantía de la resurrección de todos los que creerán en él (Rm 6,5; 8,11). Hay que darse cuenta que todo el apoyo argumentativo está en la resurrección de Jesús y no en una enseñanza o palabra del Señor, que aquí no es concreta ni determinada.

Para responder a los Tesalonicenses, Pablo usa un lenguaje proveniente de la literatura apocalíptica, muy presente en el judaismo un siglo antes y un siglo después de Jesús. Seguramente esta palabra o enseñanza del Señor se corresponde a las enseñanzas provenientes de visiones, típicas de la apocalíptica. A pesar de la moderación del lenguaje, comparado con algunos pasajes del mismo libro del Apocalipsis, encontramos aspectos que corresponden al mismo estilo literario: la señal de mando, el grito del arcángel, el toque de cuerno de Dios, la bajada del Señor desde el cielo, el ser llevado por las nubes, la sorpresa de la venida y el concepto de resurrección.

Fue la literatura apocalíptica la que, en la época de los Macabeos, instauró el concepto de resurrección, para explicar que los que habían muerto defendiendo la fe judía no habían sido abandonados de Dios, sino que los resucitaría para que vivieran una nueva vida después de la muerte. El verbo resucitar, empleado en el texto para hablar de la resurrección de Jesús y de la de los muertos, es el verbo griego "anistemi" que significa levantarse de la cama o de un sueño, levantarse de un estado de postración. Pablo habla en lenguaje apocalíptico porque, en definitiva, el término "resurección" proviene de la apocalíptica. El término resurrección es un término usado simbólicamente para describir una realidad que va más allá del simple hecho de la superación de la muerte biológica. La resurrección no es en sí misma un fin, sino el medio empleado por Dios para asegurar el paso de una vida histórica y sujeta al dolor y a la muerte a otra forma de vida y existencia, marcada por la participación y asimilación en la vida de Dios.

En este texto de Tesalonicenses se ve bien claro que la resurrección no es el objetivo final, sino el paso, el medio o el instrumento para conseguir estar con Jesús para siempre. Las palabras de Pablo no están lejos de las de Juan, que en su evangelio dice:"os tomaré conmigo, para que vosotros estéis donde yo estoy". Estar donde está Jesús: esta es la auténtica y última finalidad a la que se llega por la resurrección, es decir la entrada a una forma de vida y existencia distinta de la biológica y mortal.

Domingo 32 durante el año

6 de Noviembre de 2011

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