Pasar al contenido principal

BIEN ASESORADO PARA PODER REINAR

Isaías vivió unos tiempos políticamente muy convulsos. El estado de Judá habíase negado a entrar en una coalición hecha por Damasco y el reino del norte, que pretendía alzarse contra Asiria. Esto, de momento, salvó a Judá. Hacia el año 713 aC., Egipto promovió que Judá y otros pequeños reinos vecinos se rebelasen contra Asiria, Judá se retiró de la coalición y nuevamente salió airoso. A la muerte de Sargon II, nueva revuelta contra Asiria. Esta vez las cosas fueron a peor, Jerusalén fue asediada pero, sorprendentemente, se salvó. De ahí nació la convicción de que Jerusalén era inviolable. Con todo ello se ve claro que Asiria presionaba y que la dinastía de David establecida en el estado de Judá no podía durar mucho.

Este es el contexto que permite entender este hermoso poema del libro de Isaías (Is 11,1-10), que leemos en la primera lectura de este domingo y que anuncia la aparición de un gobernante de la dinastía de David a quien Dios ha beneficiado con los dones carismáticos que se necesitan para hacer realidad un gobierno real, muchas veces proclamado, pero rara vez llevado a cabo.

El rebrote de Jesé debe leerse a tenor del final del capítulo 10 (vv. 33-34) .En él se dice simbólicamente que los enemigos que están asediando la ciudad de Jerusalén serán abatidos. La imagen usada es la tala de árboles. Tal como caen los árboles, caerán los enemigos. La situación es desesperada: Asiria aprieta, la monarquía es débil. Ante esto aparece la promesa del profeta; en contraste con los árboles talados, cuando parece que no queda nada, de un viejo tronco saldrá un rebrote. Se proyecta hacia el futuro la idea de un rey ideal. El profeta se da cuenta de que, dadas las circunstancias, se impone una nueva manera de ejercer la monarquía.

"El Espíritu del Señor reposará sobre él". Es el primero que se dice de él. El principio carismático pasa por sobre el principio hereditario: debe ser rey quien posea el favor de Dios, no el que le toca por ser hijo del rey. Este rey ideal, asistido por el Espíritu de Dios representa un retorno a la tradición carismática. El asesoramiento para cumplir su misión no dependerá de los ineptos consejeros de palacio, sino de la inspiración proveniente del Espíritu de Dios, que debe entenderse como la fuerza divina que se da a individuos concretos y los capacita para cumplir misiones que están por encima de las propias capacidades. Lo vemos en Moisés (Nm 11,17); los jueces (3,10; 6,34; 11,29), los profetas (Mi 3,8); David (1 S 16,13). Este texto bíblico es la base para la posterior elaboración teológica de los dones del Espíritu Santo.

El don y asesoramiento del Espíritu es el que hace posible que el rey ideal actúe en favor de los pobres. En Oriente Próximo el ejercicio de una justicia recta era considerado una de las responsabilidades principales de los gobernantes. En este pensamiento confluyen los ideales proféticos del Deuteronomio y también la inspiración de los salmos reales que definen cómo debe ser la actuación del rey. "Dios mío, da al rey tu derecho, dale tu rectitud. Que gobierne con justicia a tu pueblo, que sea recto con los humildes .... Que los humildes se vean amparados, y salvados los hijos de los pobres" dirá el salmo 72 (vv.1.2.4).

La justicia perfecta lleva a la paz perfecta, que en nuestro texto se describe como el retorno al paraíso. Que los animales poderosos no se coman a los débiles puede ser una manera de ilustrar el ejercicio de una justicia real que se basa en la defensa de los pobres e indefensos.

Domingo 2º de Adviento 4 de Diciembre de 2016

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.