La sucesión del arzobispo de Barcelona: debe quedar clara la motivación pastoral

(Josep Maria Rovira Belloso-CR) Algunos cristianos pensábamos que la sucesión del cardenal Lluís Martínez Sistach no sería algo inmediato, como quien dice de este verano, según explica este viernes La Vanguardia.

No lo sería porque la presencia del cardenal Martínez Sistach en la sede de Barcelona tiene unas connotaciones pastorales positivas, y no políticas: paz diocesana, cuidado exquisito en no tocar determinados temas políticos porque lo que interesa hoy y siempre a la Iglesia es la fe y la caridad del pueblo barcelonés y catalán y no los intereses políticos. Interesa evangelizar.

A la manera de un recordatorio que continuará el tono de la oración que debemos hacer los cristianos, me gustaría poner de relieve un principio muy esclarecedor y sencillo: el nombramiento de un obispo debe tener el motivo pastoral del incremento de la fe, la esperanza y la caridad de los diocesanos, no motivos políticos.

Es decir, lo que debe garantizar un nombramiento episcopal, en la medida de lo posible, es la fe y la caridad del pueblo, no si tal nombramiento va bien para tales fines políticos.

Diría que es tan importante este principio que de él se puede decir que no sólo hay que aplicarlo real y efectivamente, sino que la motivación pastoral debe quedar clara para la gente. Es como la mujer del César que debe ser honrada y además debe parecerlo. No debe parecer que hay un motivo político: que con tal nombramiento se garantice tal finalidad política por importante que pueda ser.

A los cristianos que están inquietos o indignados por determinadas noticias de los medios de comunicación, yo les recomendaría dos cosas: la primera que llevaran con gran confianza el tema a la oración de súplica a Dios, recordando las palabras de Jesús: "Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, yo lo haré" (Juan 14, 13).

La segunda cosa consiste en expresar personal o colectivamente la propia opinión. Con las condiciones de no buscar el desahogo, sino exponer los hechos reales y objetivos, de basarse en principios verdaderos y mantener siempre hacia todos respeto y la caridad que merecen las personas.