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Catalunya Religió
(CR) Desde este viernes y hasta el 25 de enero se celebra el Octavario de Oración por la Unidad de los Cristianos con el lema «¿Qué espera el Señor de nosotros?" (Mi 6, 6-8). Una invitación, dirigida a los discípulos de Cristo y a toda persona de buena voluntad, a seguir el camino de la justicia, la misericordia y la humildad y a superar toda forma de discriminación. Este viernes Benedicto XVI se refirió a estos textos de la semana de oración ecuménica.
La enérgica llamada de Miqueas a favor de la justicia y la paz se centra en los capítulos 6,1 a 7,7. Miqueas sitúa la justicia y la paz en la historia de las relaciones entre Dios y la humanidad para insistir en la necesidad de una fuerte referencia ética. Al igual que otros profetas del tiempo de la monarquía en Israel, Miqueas recuerda al pueblo que Dios le ha liberado de la esclavitud de Egipto y mediante la alianza le ha llamado a vivir en una sociedad edificada sobre la dignidad, la equidad y la justicia.
Los textos de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos para el año 2013 han sido preparados por un grupo mixto formado por el Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de las Iglesias, a la vista del borrador preparado por el Movimiento de los Estudiantes Cristianos de la India, con el asesoramiento de la Federación Universitaria Católica de toda la India y el Consejo Nacional de las Iglesias de la India.
Las comunidades de intocables en la India han sido expulsadas de las castas. Son el pueblo peor tratado por el sistema de castas, una rígida estratificación social basada sobre nociones de pureza y de impureza rituales. De acuerdo con el sistema establecido, hay castas más altas y castas más bajas. Las comunidades de intocables son consideradas las más impurezas y las más contaminantes, por lo que se las sitúa fuera del sistema y se las califica de intocables, Dalits. Los Dalits son marginados socialmente, subrepresentados políticamente, explotados económicamente y sometidos culturalmente. Un 80% de los cristianos de la India son intocables.
A pesar de los grandes avances logrados durante la pasada centuria, las Iglesias de la India mantienen las divisiones doctrinales heredadas de Europa y de todo el mundo. La división de los cristianos de la India, en el interior de sus Iglesias y entre ellas, crece aún más debido al sistema de castas. El sistema de castas, así como el apartheid, el racismo y el nacionalismo, conllevan retos muy fuertes para la unidad de los cristianos en la India y, por tanto, para el testimonio moral y eclesial de la Iglesia como cuerpo único de Cristo. El problema de las castas, ya que divide la Iglesia, es doctrinalmente muy espinoso. En este contexto la Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos nos invita este año a profundizar en el texto bíblico muy conocido de Mi 6,6-8 para focalizar la atención de esta manera sobre la pregunta, como tema principal, "¿qué espera el Señor de nosotros?" La experiencia de los Dalits es el cruce de la que han emergido, por ello, las reflexiones bíblicas y teológicas.
Miqueas fue uno de doce profetas menoros del Antiguo Testamento que profetizó en Judá aproximadamente durante los años 737-660 antes de Cristo. Era originario de Moreshet, al suroeste de Jerusalén, y profetizó durante los reinados de Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá (Mi 1,1). Vivió en las mismas condiciones políticas, económicas, morales y religiosas que su contemporáneo Isaías y, con él, fue testimonio de la destrucción de Samaria y de la invasión del Reino del Sur por el rey de Asiria, en el año 701 antes de Cristo. El dolor con el que el profeta llora el destino de su pueblo da el tono de su libro. Su indignación se dirige a los jefes y sacerdotes (2,1-5), que han traicionado al pueblo.
El libro de Miqueas pertenece a la tradición literaria de la profecía. En el corazón de su mensaje está el oráculo del juicio. El libro está dividido en tres partes, que van de la jornada del juicio en general (c. 1-3), a la proclamación de la salvación (c. 4-5) y luego al juicio en concreto y a la celebración de la salvación (c. 6-7). En la primera parte, Miqueas critica duramente a los detentores del poder, tanto civil como religioso, y a sus abusos: roban a los pobres, "arrancan la piel de mi pueblo" (3,2) y "vaticinan por dinero" (3,11). En la segunda parte del libro, Miqueas exhorta el pueblo a peregrinar hacia "la montaña del Señor ... él nos enseñará sus caminos y nosotros seguiremos sus rutas "(4,2). En la tercera parte revela que el juicio del Señor llama también a la salvación; debemos tener fe y esperanza en el Señor que "perdona las culpas y pasa por alto las infidelidades" (7,18). Esta esperanza se orienta hacia el Mesías que será "la paz" (5,4) y que vendrá de Belén (5,1) para llevar la salvación "de un extremo a otro de la tierra" (5,3 ). Miqueas invita finalmente todas las naciones del mundo a unirse a esta peregrinación, para participar de la justicia y la paz que son su salvación.
El contenido del mensaje ecuménico es particularmente esclarecedor y cuestionador para todos y, especialmente, para la Iglesia que hace camino en ese país, donde se manifiesta una grave división entre las diferentes comunidades cristianas, agudizada por el sistema de castas, el racismo y el nacionalismo excluyente.
Juan Pablo II señaló durante la visita que hizo a la India en 2003 que «cualquier parecido con perjuicios de casta en las relaciones entre cristianos es un antitestimonio de la auténtica solidaridad humana, una amenaza a la espiritualidad genuina y un obstáculo serio a la misión evangelizadora de la Iglesia. "

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