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Catalunya Religió
Inauguració de l'exposició sobre Puig i Cadafalch
La consellera d'Acció Exterior i Govern Obert, Victòria Alsina, i el comissari de l'exposició 'Conèixer i ésser coneguts!', Manuel Manonelles a la mostra | Albert Segura -ACN
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LAURA MOR –CR Parece que el Vaticano también ha querido a nuestro país. Y que la diplomacia jugó un papel importante. El 16 de octubre de 1922 el presidente de la Mancomunidad de Cataluña, Josep Puig i Cadafalch, recibió una carta de parte de Pío XI . El papa le afianzaba “una vez más su especial benevolencia hacia la fuerte y querida tierra de Cataluña” y lo hacía “con la más dulce esperanza de que esa tierra nobilísima, fortaleciéndose cada día más con nuevas y admirables pruebas de actividad y de fervor en las conquistas de la inteligencia y del espíritu, no se desviará un solo instante de las gloriosas tradiciones de su pasado”.

La carta se entiende como fruto de otras interlocuciones previas a la Iglesia. Nueve meses antes, el cónclave escoge papa al cardenal de Milán Achille Ratti, que toma el nombre de Pío XI. Desde Roma, el cardenal Vidal y Barraquer da instrucciones de informar enseguida a Puig i Cadafalch. Ratti, antes de cardenal, había sido prefecto de la Biblioteca Ambrosiana, en Milán, y después de Vaticana. Y fue allí donde recibió y trató con varios estudiosos catalanes, principalmente especialistas en busca de manuscritos de Ramon Llull.

Encontrará la misiva del secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Gasparri, en la exposición 'Conocer y ser conocidos!' Josep Puig i Cadafalch y los orígenes de una diplomacia de la Cataluña autónoma (1917-1923), que se puede visitar hasta el 30 de diciembre en el Archivo Nacional de Cataluña, en Sant Cugat. La muestra, dedicada al trabajo de Puig i Cadafalch en la internacionalización de Cataluña, incluye todo un apartado dedicado a las relaciones con la Santa Sede.

Una declaración de amor pontificio en Cataluña

"Aparte de arquitecto, era político, el presidente de la Mancomunidad fue ya un internacionalista, con una visión muy avanzada en los años '20", apunta Manuel Manonelles, comisario de la exposición y director del Centro de Estudios de Temas Contemporáneos . Considera que “Puig i Cadafalch entendió que la Santa Sede es un actor internacional clave y fue capaz de crear estrategias para conseguir alianzas”.

Uno de los paneles sitúa las complejas relaciones con la nunciatura, la elección de Pío XI y esta carta que se interpreta como una declaración de “amor pontificio” en Cataluña. Entre otros, se encuentra documentada también la queja de Puig i Cadafalch en el nuncio en Madrid por los incidentes del Corpus de Barcelona de 1919. O el asesoramiento del cura sabadellense Lluís Carreras para interlocutar con Roma; y cómo aprovechó aquellas cartas para hacerles llegar los cuatro volúmenes de su obra la Arquitectura Románica en Cataluña.

Para Manonelles, "impactan los paralelismos entre el diálogo de hace un siglo y la problemática nacional de semillas con el actual, donde encontramos problemas no resueltos hoy en día". El material expuesto forma parte de los miles documentos que se encontraron en el verano del 2006 tras una pared falsa de la buhardilla de su domicilio familiar en Barcelona. Puig i Cadafalch la había escondido con voluntad de preservarla, en el momento de la disolución de la Mancomunidad por la dictadura del general Primo de Rivera.

Esta semana la consejera de Acción Exterior y Gobierno Abierto, Victoria Alsina, la directora general del Patrimonio Cultural, Sònia Hernández, el director del Archivo Nacional, Francesc Balada, y el comisario Manonelles han inaugurado la exposición en la sede de Sant Cugat en el marco de la celebración del Día Nacional.

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