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Catalunya Religió
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Processó del Sant Crist Negre per pregar per la pluja aquest abril a Peralada | Gemma Tubert (ACN).

Roger Vilaclara –CR Ante la situación de sequía que vive el país y la falta de lluvia de los últimos meses, la respuesta de la Iglesia ha levantado polvareda. Se han organizado plegarias o procesiones por la lluvia como la de Espunyola o la de Peralada. También el arzobispo de Barcelona, ​​Juan José Omella, ha pedido a las comunidades que recen por el fin de la sequía. E incluso RAC1 este jueves ha hecho una ofrenda a la Virgen de Montserrat para pedirle que llueva. Son acciones que han hecho aflorar el debate sobre la utilidad y sentido de este tipo de plegarias. Hay quien se pregunta: ¿Por qué orar por la lluvia? ¿Qué sentido tienen hoy las oraciones de peticiones?

Para el periodista y escritor Àngel Rodríguez, encontrarse por la lluvia tiene hoy un sentido de comunión. "Cuando se pide que la Virgen María o un santo o santa interceda por la lluvia no estamos pidiendo que nos haga de brujo, sino que esté con nosotros", dice. Explica que estos encuentros son necesarios "como punto de hermandad y fraternidad en un mundo de tanta conexión virtual".

La tradición popular se remonta desde el principio de la humanidad. "Siempre se ha rogado a la divinidad", asegura. Lo ejemplifica con los dioses de la mitología o con los textos bíblicos en los que se explica la oración a Dios desde un inicio.

"EL QUE CREE QUE DIOS JUEGA A HACER LLOVER O NO, LO HA INTERPRETADO MUY MAL"

Más allá de la vertiente popular que tienen este tipo de actos conjuntos, la oración por la lluvia también tiene un sentido teológico. "La lluvia es un don, algo que no tenemos al alcance y que se nos ha dado", explica Joan Torra, decano de la Facultad de Teología de Cataluña. Citando las palabras de Jesús, Torra habla de un don "tan generoso que cuando llueve, llueve sobre todo el mundo". Remarca que obviamente no es Dios quien "abre el grifo" y decide cuándo debe llover o no, pero sí quien inicialmente ha creado ese don.

Joan Torra se remite a la creación para hablar de la lluvia: "Cuando hablamos de creación no queremos hacer ninguna explicación científica del inicio del universo, sino que expresamos que todo el recibo es un don que no merecemos". Por tanto, aclara, no se ruega para que llueva ahora y aquí. "Si fuera así iríamos a rezar con paraguas", ironiza. Tampoco se trata de una invocación mágica como muchos medios de comunicación han hecho creer. "Quien cree que Dios juega a hacer llover o no, lo ha interpretado muy mal", dice.

"Yo ruego por el don de la lluvia", explica Torra. Y esta petición permite entender a las personas que el agua es "lo importante que tenemos y que se nos ha dado". "Con la oración, los cristianos reconocemos que Dios está al principio de todo esto", dice.

“PEDIR PLEGARIAS POR LA LLUVIA ES REDUCCIONISTA SI NO NOS PREGUNTAMOS NI CUESTIONAMOS CÓMO GESTIONAR EL AGUA QUE TENEMOS A NUESTRO ALCANCE”

Sin embargo, la explicación de Torra contrasta con la visión sobre la oración por la lluvia del jesuita Pau Vidal. En su blog del Centro de Estudios de Cristianismo y Justicia se muestra sorprendido por estos actos. Habla de una aproximación infantilizante a la fe, a la oración y al papel que pueden desempeñar y deben hacer los cristianos "en la construcción del bien común".

"Me opongo a una oración de petición que nos desresponsabiliza como comunidades cristianas ante los retos contemporáneos". Para Pau Vidal, es reduccionista pedir plegarias por la lluvia "sin preguntarse ni cuestionar cómo gestionar el agua que sí tenemos al alcance".

Por ese motivo, en su blog reivindica la oración para que los cristianos se comprometan a denunciar el modelo socioeconómico; para recuperar la mirada sacramental en la creación; por la conversión ecológica; por el uso responsable del agua; o para acabar con la explotación de los recursos. "Pero por la lluvia, sin más, hoy no rezaré", concluye.

"LA ORACIÓN DE PETICIÓN DEBE CULMINAR SIEMPRE CON LA ORACIÓN DE AGRADECIMIENTO"

Pero para Joan Torra una cosa no excluye a la otra. "La oración no nos desresponsabiliza", dice. "Nos ayuda porque nos hace conscientes", añade. Habla, en el caso de la lluvia, de una conciencia ecológica.

La oración, además, "nos sitúa como administradores de las cosas y no como propietarios". La diferencia, para Torra, recae en que la propiedad lleva al despotismo mientras que ser administradores, en este caso del agua, provoca que "cuidamos, nos responsabilizamos y tomamos conciencia". Esta conciencia, dice Torra, es la que ayuda a los cristianos a no malgastar el agua y cuidarlos.

Es un ejemplo similar al de las oraciones por la paz: "Dios no impone la paz". "Pero si pacifico mi corazón con la oración, voy a ampliar la paz", asegura Torra.

El decano de la Facultad de Teología de Cataluña remarca que, además, la oración de petición, en términos generales, no es una oración por uno mismo: "Pedimos por todos". Y no sólo eso. La oración de petición también "debe culminar siempre con la oración de agradecimiento".

¿Y qué debemos hacer si después de la oración de petición no recibimos lo que hemos pedido? Joan Torra recuerda que la oración de petición siempre debe acabar diciendo: "Hagas tu voluntad".

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