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Catalunya Religió

(CR/Vatican News) Dirigiéndose a todo el mundo en el tradicional mensaje de Pascua, el papa Francisco ha recordado este domingo no sólo la guerra en Ucrania, sino todos los países atormentados por largos conflictos y violencia, y puestos a prueba con graves tensiones sociales y dramáticas crisis humanitarias. El pontífice ha definido la paz como una "responsabilidad primordial de todos" y ha recordado que la acogida de migrantes y refugiados es posible.

Lo ha hecho señalando "las puertas abiertas de tantas familias y comunidades que acogen a migrantes y refugiados en toda Europa". Y aquí ha identificado la esperanza de que "estos numerosos actos de caridad se conviertan en una bendición para nuestras sociedades, a veces degradadas por tanto egoísmo e individualismo, y ayuden a hacerlas acogedoras para todos". Pero Francisco también pide por "otras situaciones de tensión, sufrimiento y dolor".

"¡Dejemos que la paz de Cristo entre en nuestras vidas, en nuestros hogares, en nuestros países!", invita Francisco en su Mensaje de Pascua Urbi et Orbi. Cien mil fieles han acompañado al papa en la plaza de San Pedro del Vaticano. Le han acompañado los cardenales Renato Raffaele Martino y Michael Czerny, enviados dos veces en las últimas semanas a Ucrania y países vecinos que están recibiendo refugiados para mostrar la proximidad de la Iglesia con el pueblo ucraniano.

Como una Cuaresma que no quiere terminar

El Pontífice repite las palabras de Jesús resucitado a sus discípulos: "La paz esté con vosotros", pero define este año como una "Pascua de guerra" porque "hemos visto demasiada sangre, demasiada violencia" y es duro "creer que Jesús ha resucitado verdaderamente, que ha vencido en serio la muerte". Pero "¡Cristo ha resucitado! ¡Ha resucitado en serio!", afirma Francisco, aunque lo que estamos viviendo parezca una Cuaresma que no quiere acabar. La alusión a la situación de Ucrania es clara, pero el pensamiento del Papa es también para aquellas naciones que llevan décadas marcadas por los conflictos, aquellas que viven una crisis humanitaria dramática o problemas graves.

También ha tenido en cuenta el balance de dos años de pandemia: "Era el momento de salir del túnel juntos, de la mano, juntando nuestras fuerzas y recursos... Y en cambio estamos demostrando que no tenemos todavía el espíritu de Jesús, todavía tenemos en nosotros el espíritu de Caín, que mira a Abel no como hermano, sino como rival, y piensa cómo eliminarlo. Necesitamos el Crucifijo Resucitado para creer en la victoria del amor, para esperar a la reconciliación", ha dicho.

El Papa ha recordado que "las heridas en el cuerpo de Jesús resucitado son el signo de la lucha que él luchó y ganó por nosotros, con las armas del amor, para que podamos tener paz, estar en paz, vivir en paz". Y ha invocado la paz mencionando lo que está ocurriendo en la Europa del Este: "La paz sea para la maltratada Ucrania, tan duramente probada por la violencia y la destrucción de la guerra cruel".

Refugiados, desplazados, gente mayor y niños, en el corazón del Papa

Francisco ha insistido con que todo el mundo se compromete a pedir la paz e insta a los líderes de las naciones a escuchar "el grito de paz del pueblo". Y ha asegurado: "Guardo en mi corazón a todas las numerosas víctimas ucranianas, los millones de refugiados y desplazados internos, las familias divididas, los ancianos que se quedan solos, las vidas rotas y las ciudades arrasadas. Tengo en los ojos la mirada de niños que han quedado huérfanos y que huyen de la guerra, mirándolos, no podemos dejar de escuchar su grito de dolor, junto con el de muchos otros niños que sufren en todo el mundo: los que mueren de hambre o de desatención, los que son víctimas de maltrato y violencia y quienes se le ha denegado el derecho a nacer".

Francisco ha rogado también para que "haya paz para Oriente Medio, roto por años de divisiones y conflictos". Y ha pedido "paz por Jerusalén y paz para quienes le aman, cristianos, judíos y musulmanes. Que israelíes, palestinos y todos los habitantes de la Ciudad Santa, junto con los peregrinos, experimenten la belleza de la paz, vivan en fraternidad y accedan libremente a los Lugares Santos en el respeto mutuo de los derechos de cada uno".

También ha recordado a los pueblos de Líbano, Siria e Irak. Ha pedido la paz "para Libia, porque encuentra estabilidad después de años de tensiones, y para Yemen, que sufre un conflicto olvidado con constantes víctimas", y espera que "la tregua firmada en los últimos días devuelva la esperanza a la población". A continuación, ha exhortado a rezar "por Myanmar, donde persiste un escenario dramático de odio y violencia, y por Afganistán, donde las tensiones sociales peligrosas no se están reduciendo y donde una crisis humanitaria dramática atormenta a la población".

Ha hecho después extensiva la invocación en toda África: "Que haya paz para todo el continente africano, para que cese la explotación de la que es víctima y la hemorragia provocada por los atentados terroristas, especialmente en la zona del Sahel, y encontrará un apoyo concreto en la fraternidad de los pueblos. Redescubre Etiopía, afectada por una grave crisis humanitaria, el camino del diálogo y la reconciliación, y el fin de la violencia en la República Democrática del Congo. Que haya oración y solidaridad por los pueblos del este de Suráfrica, afectados por inundaciones devastadoras".

Por último, Francisco ha rezado por América Latina, donde la pandemia ha empeorado algunas condiciones sociales, "exacerbadas también por casos de delincuencia, violencia, corrupción y narcotráfico", y de nuevo por la reconciliación de la Iglesia católica canadiense con los pueblos indígenas.

La paz, responde

Volviendo de nuevo a la guerra, ha advertido que todo conflicto trae consecuencias que implican a toda la humanidad: desde el dolor al drama de los refugiados, pasando por la crisis económica y alimentaria". Pero ha animado a mirar a Jesús que ha vencido a la muerte y da paz: "Ante los continuos signos de la guerra, así como las numerosas derrotas dolorosas de la vida, Cristo, vencedor del pecado, del miedo y de la muerte, nos exhorta a no entregarnos al mal y la violencia. Hermanos y hermanas, ¡dejémonos vencer por la paz de Cristo! ¡La paz es posible, la paz es un deber, la paz es la responsabilidad primordial de todos!"

El cardenal Martino ha anunciado entonces la bendición del Papa con una indulgencia plenaria, en las condiciones habituales. Francisco ha recitado la fórmula solemne y ha concedido todo el perdón de los pecados.

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