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Catalunya Religió
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(Jordi Llisterri –CR/Girona) "Querido Cisco, descansa en paz". Así ha despedido al obispo de Girona a su hermano Pere en las intervenciones finales del funeral. La catedral de Girona se ha llenado este lunes por la mañana por el funeral del obispo Francesc Pardo, una de las pocas veces en las que la diócesis despide a un obispo en activo. Francisco, como la mayoría de sus antecesores, ha sido enterrado en la misma catedral. Los obispos y abades catalanes, el nuncio y curas de Girona y del resto de obispados catalanes le han acompañado mientras su cuerpo recibía la sepultura en un nuevo foso situado en el pasillo central de la gran nave gótica.

La celebración la ha presidido el arzobispo de Tarragona, Joan Planellas, que hasta hace tres años había sido cura de la diócesis de Girona. Del obispo Francisco Pardo ha destacado su gran actividad pastoral, "un misionero incansable" como cura y en su etapa episcopal. "Era un obispo que allí donde verdaderamente gozaba era en las parroquias o en los encuentros, donde salía lo mejor de sí mismo", ha dicho Planellas, que personalmente había "podido comprobarlo". También en el acompañamiento a los enfermos, que vivió más intensamente después de que la salud no le hubiera acompañado y del cáncer que sufrió hace diez años.

El arzobispo de Tarragona ha descrito su implicación en las iniciativas interdiocesanas, como el Concilio Provincial Tarraconense, el Centro de Estudios Pastorales y, en los últimos años, en Catalonia Sacra, que "era la niña de sus ojos". Planellas ha afirmado que Francesc Pardo "amaba entrañable y profundamente a Cataluña y a su gente, para poder transmitir a las nuevas generaciones la belleza de la fe".

Estas diversas dimensiones en la trayectoria pastoral se han visto este lunes reconocidas con 150 curas concelebrando el funeral y una amplia representación institucional con la alcaldesa de Girona, Marta Madrenas; la consejera de Justicia, Lourdes Ciuró, la consejera de Universidades, Gemma Geis; el presidente de la Diputación de Girona, Miquel Noguer; la directora general de Asuntos Religiosos, Ivonne Griley, el exvicepresidente Oriol Junqueras, y el exalcalde Joaquim Nadal. Entre los obispos ha concelebrado el cardenal Juan José Omella, el nuncio Bernadito Auza –que ha leído el mensaje de pésame del papa Francisco–, y el cardenal Lluís Martínez Sistach. No ha podido asistir el antecesor de Francesc Pardo, el obispo Carles Soler, que en los últimos días ha sido ingresado.

Desde primera hora de la mañana varias personalidades han visitado la capilla ardiente en la capilla del Corpus de la Catedral. A las once y media ha comenzado la celebración con el traslado del féretro ante el altar. Una sencilla caja de pino sobre la que se ha depositado el Evangelio, la mitra y el báculo.

Al final del funeral, ha intervenido el nuevo administrador diocesano, el cura Lluís Suñer, que será el responsable interino de la diócesis hasta que se nombre a un nuevo obispo. Suñer, estrecho colaborador de Pardo, recordó los tres años de mandato que le convirtieron en un gerundense. Le ha agradecido su "amor profundo a la Iglesia local, sin dejarnos caer en ningún tipo de desánimo o crítica estéril". Las últimas palabras las ha pronunciado Pere Pardo en nombre de los hermanos del obispo, que se ha referido a sus orígenes en Torrelles de Foix. Allí le marcó el ejemplo del párroco, Francesc Pou, que también murió de forma repentina cuando todavía ejercía de cura.

"Dadle Señor el reposo eterno, y que la luz perpetua lo ilumine". Éste era el texto de recordatorio y el canto que ha acompañado al obispo Francesc Pardo en su entierro en la catedral.

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