Pasar al contenido principal
Por Josep Gallifa .

Los liderazgos son muy importantes para las instituciones, también para las instituciones de Iglesia. Es pues de interés tratar sobre ellos, así como compartir los cambios en los liderazgos que algunos expertos ven como necesarios a raíz de lo que hemos vivido y aprendido en la pandemia.

La misma palabra “leader” tiene un trasfondo anglosajón, con algunos aspectos culturales implícitos no menores que debemos considerar. En efecto, el modelo del liderazgo anglosajón se generó en el contexto de la cultura propia del protestantismo y se inspiró en la relación entre el pastor y su comunidad. Por eso, tal vez, es común en los tratados sobre liderazgo centrarlo en el discurso del líder. Por ejemplo, Howard Gardner en su libro “Leading minds” analiza el liderazgo desde esta óptica. Aunque no es un aspecto nuevo pues ya Aristóteles en su Retórica estableció que persuadir es un Arte. Por eso la Retórica u Oratoria formaba parte de la formación en las primeras Universidades como una de las denominadas Artes Liberales.

Sin embargo, en las sociedades liberal-burguesas europeas del siglo XIX el carácter de ciudadano se desarrolló junto al emprendimiento y los negocios o el comercio, empujados por el progreso tecnológico y científico. El liderazgo tomó pues una nueva dimensión. Digamos de paso que muy lamentablemente fue muy unido al papel del hombre de forma muy generalizada, y aquí se reforzaron aún más tantas inercias inconscientes de carácter patriarcal tan arraigadas a las mentalidades sobre las figuras masculinas de liderazgo que perduran y que es necesario compensar y corregir. En esta dimensión emprendedora del liderazgo cobra importancia la consecución de resultados, entrando en juego algunas nuevas competencias del líder más allá de las comunicativas, como son las de gestión, orientación a logros, administración y dirección, y en general todas las relacionadas con contribuir a generar valor que puede crearse ya menudo medirse en términos económicos.

Podríamos introducir otras muchas cuestiones sobre el liderazgo. Centrémonos en presentar algunos cambios en los liderazgos que algunos expertos señalan que se tendrán que afrontar a raíz de lo que hemos vivido y aprendido en la pandemia.

La pandemia ha planteado muchos retos en el mundo del trabajo y en la ciudadanía en general. El profesor de nuestra universidad en ESADE Carlos Royo expone en una reciente entrevista como en España no se ha producido una gran renuncia como sí ha ocurrido en Estados Unidos donde muchas personas abandonan sus trabajos, pero sí se detecta un descenso en el compromiso. Muchas personas se han sentido descuidadas durante la pandemia -dice Royo-. Se necesitan nuevos estilos de liderazgo. El prof. Royo lo explica así: “Se necesitan líderes más humanos, con más conciencia de sí mismos, y una moral interna, que sepan cuáles son sus valores, que se impliquen y escuchen pero que también pongan límites y ayuden a las personas a responsabilizarse de su trabajo. Hay que ir a modelos de liderazgo de mucha mayor transparencia en las relaciones interpersonales para tener credibilidad. Se trata de evitar el desengaño porque éste estropea el compromiso”.

Este punto de vista coincide bastante con lo que manifiestan otros expertos, por ejemplo el psicólogo Rafael San Roman que expone que existe una rehumanización del liderazgo, una necesidad de dar a los líderes un barniz más humano -dice él- porque ahora se da mayor importancia a cuidar el bienestar de las personas, el físico y el psicológico.

Es también lo que modestamente hemos encontrado en un estudio realizado con el Prof. Albert Sangrà de la UOC sobre la transformación de la universidad en torno a la cuestión del liderazgo universitario: La necesidad de liderazgos transformadores, pero con esta significativa mayor necesidad post-pandémica de orientación a cuidar a las personas (1).

Quizás puede sorprender en contextos de Iglesia que no pueda ser así, pero debemos recordar que hay liderazgos tanto en las organizaciones, pero también lo vemos a nivel político o social, que son fríos, distantes o incluso manipuladores con las personas, contraproducentes respecto a su progreso y realización. Y la conciencia de los líderes para bien o para mal afecta la organización o el grupo en cuestión.

En el liderazgo en ámbitos cristianos es importante darse cuenta de que la autoridad no puede ser sólo en torno a un proyecto personal, sino que debe estar al servicio de una misión y también que el líder debe dar cuentas de su proceder a su conciencia y como creyente ante Dios. Hace falta discernimiento. Esto puede querer decir que a veces no se tendrán que adoptar las soluciones aparentemente más populares, sino lo que está alineado con lo que hará un bien, y de lo que quizá nadie se de cuenta, quizá nadie aplaudirá, pero que es lo correcto desde la perspectiva de la misión. La Biblia nos proporciona excelentes ejemplos de liderazgo en las figuras de los Patriarcas, los Apóstoles y sobre todo de Jesús, Buen Pastor.

En una cultura a veces desconfiada respecto a la autoridad, como lo es la nuestra, debemos valorar más el liderazgo, sobre todo cuando personas asumen con generosidad tareas no siempre agradecidas. Los liderazgos son un aspecto humano clave e insoslayable. Todos podemos ayudar, desde el lugar donde estemos, a que los liderazgos estén alineados o más orientados en la dirección del desarrollo humano integral. Cada vez es más una necesidad y la pandemia nos ha ayudado a verlo con mayor claridad.

(1) Gallifa, J. y Sangrà, A. (2022) Transformar la Universidad. Desafíos, oportunidades y propuestas desde una mirada global. Barcelona: Editorial UOC

Grupos

Us ha agradat poder llegir aquest article? Si voleu que en fem més, podeu fer una petita aportació a través de Bizum al número

Donatiu Bizum

o veure altres maneres d'ajudar Catalunya Religió i poder desgravar el donatiu.