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Por Josep Gallifa .

Marian Rojas Estapé, nieta del que fue conocido economista Fabià Estapé, es médico psiquiatra e investigadora del Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas. Investiga las hormonas especialmente el cortisol y la oxitocina. Es divulgadora científica y publicó un libro que se ha convertido en best seller “Cómo hacer que te pasen cosas buenas” (2019), da conferencias, comparte vídeos en la red muy visitados, y recientemente ha publicado “Encuentra tu persona vitamina” ( 2021).

Ella misma expone cómo no se puede hacer determinismo en un mundo tan complejo como es el de las hormonas y que las cosas no se pueden reducir a bioquímica hormonal, que los comportamientos humanos son siempre más complejos, pues disponemos de herramientas como la inteligencia y la voluntad que permiten la libertad humana. Sin embargo, estudió durante muchos años una hormona, el cortisol, y sus efectos, sobretodo su toxicidad cuando es excesivo. El cortisol se activa por momentos de miedo o amenaza, real o representada. El cerebro humano tiene esta característica de activar igualmente el sistema de alerta aunque la situación o amenaza sea representada o imaginada. Cuando el organismo está invadido por el cortisol esto se manifiesta en el comportamiento, en irritabilidad y estrés, entre otros efectos que incluyen la menor atención a detalles, mayor ansiedad, y a nivel biológico por la afectación al sistema inmunitario y la desregulación de la inflamación.

Existen otras hormonas importantes por el comportamiento como la serotonina, hormona de la felicidad y el bienestar o la dopamina, hormona del placer y la recompensa. La dopamina está involucrada en los circuitos del placer y la adicción. Si bien tiene efectos positivos como que permite posponer las recompensas, involucrándose en la voluntad o también permite la atención como prestar atención en la lectura o en una clase o conferencia. Se activa por el amor y el trabajo, pero también por sustancias adictivas y por las pantallas. Efectivamente, las muchas pantallas con las que convivimos pueden tener un efecto nocivo. Ya se sabe que las pantallas tienen muchos estímulos que llaman la atención inmediata, y por eso -dice Marian Rojas- que no dejan desarrollar bien la corteza prefrontal en los niños y niñas. Suponen una intoxicación de cortisol que se activa constantemente con los likes. El cortisol, tiene el efecto de producir mayor angustia, parálisis y aislamiento y pérdida de ganas de relacionarse.

La oxitocina, que es la hormona de la lactancia y el parto, también se activa por abrazos, vínculos humanos, reírse con la gente, reunirse con amigos, ... La oxitocina -dice la autora- hace bajar el cortisol. Es la hormona del amor humano y del vínculo, de la calma, serenidad y empatía. Así un entorno amable, relajado, confiado, natural, activa la oxitocina.

De las muchas interesantes reflexiones de los citados libros nos centramos en un aspecto, como mencionamos en el título. La pandemia -dice la Dra. Rojas- nos ha llevado a la "sociedad del cortisol". Más pantallas, más miedos y ansiedades que nos supusieron a todos una intoxicación de cortisol (angustia, parálisis, aislamiento y pérdida de ganas de relacionarse). Y por otra parte estuvieron prohibidas las vías de escape que podían suponer activar la oxitocina (encuentros, vínculos y contactos más personales). Hay pues unas bases de impacto hormonal en lo que ha pasado que han dejado y dejarán una huella en la salud mental de mucha gente. Se tendrán que compensar estos desequilibrios cuando termine todo esto, con mayor presencialidad, con más encuentros y más vínculos personales.

Podemos añadir también que, como explican las tradiciones religiosas, la compasión y el perdón tienen un efecto en el bienestar. La oxitocina es también la hormona del amor y de la empatía, que como exponíamos desactiva el miedo, la ansiedad, la angustia, las obsesiones y la negatividad propios del cortisol. La generosidad aumenta la serotonina y la oxitocina. Además, las "personas vitamina" -como dice la Dra. Marian Rojas- (amables, positivas, cercanas) nos activan o recuerdan nuestros vínculos afectivos, necesarios para vivir en un mundo más humano. Incluso, mirándolo desde esta vertiente más fisiológica y hormonal, las religiones tienen su rol en la recuperación de la pospandemia. En esta próxima Semana Santa y Pascua, junto a la liturgia, la recuperación de muchas costumbres y tradiciones locales y familiares con los vínculos y celebraciones que conllevan, nos ayudarán bien seguro en esta tan necesaria regeneración.

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