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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

La última novedad relevante en la arquitectura de la Sagrada Familia es la estrella que culmina la torre de María. Su visibilidad, sea de día como de noche, es manifiesta. Su presencia luminosa destaca cuando mayor es la oscuridad que la envuelve. La belleza cautiva, pero cuando hunde sus raíces en la esfera del sentido, abre rendijas al infinito. No se encierra en una construcción, sino que ésta le sirve como trampolín para lo ilimitado. En esto consiste el arte: un fragmento que contiene la totalidad.

La estrella adquiere su pleno sentido cuando hunde sus raíces invisibles en la cripta de la basílica. El vértice de la torre de Maria, donde incrusta la estrella, está conectado por una línea perpendicular invisible, que atraviesa el altar de la basílica, con el medallón que actúa como clave de bóveda de la cripta. En este medallón, Gaudí recoge el momento de la anunciación del arcángel Gabriel a la Virgen. Reproduce en latín las palabras de saludo: «Ave, Maria, gratia plena, Dominus tecum». María, en actitud de escucha, recogimiento e interioridad, se inclina ante el arcángel, a la vez que recibe la irradiación de una paloma, símbolo del Espíritu. La presencia de san José se manifiesta a través su vara, como signo de su paternidad simbólica referida a Jesús. Doce arcos confluyen en el medallón.

La estrella de luz se nutre de las profundidades de la cripta en el momento culminante de la encarnación. María acepta el plan de Dios y se abre a su misterio en este espacio subterráneo de silencio y de urdimbres afectivas y espirituales. La cripta es el útero del misterio y el útero de María recibe la presencia de Jesús. Su sí a la Palabra de Dios ilumina la estrella. Sin esta conexión, la estrella sería un adorno sin más o un reclamo publicitario. Los sabios de Oriente llegan a Jesús a través de la estrella.

El diálogo con la Palabra de Dios es para cada uno de nosotros una invitación a ser como Maria a través de una escucha atenta y de una disponibilidad sin límites. Entonces, solo entonces, nuestra vida se convierte en luz para los demás. La historia siempre empieza en una cripta, en la intimidad con Dios.

Lluís Serra i Llansana – CC – 16 de enero de 2022 – núm. 2208 – pág. 24.

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