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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

Adviento significa venida, llegada… Cuando sabes que alguien viene, a menudo lo esperas. Quizás lo esperas y no llega. Entonces, te quedas preocupado, incluso frustrado. Quizá llega y no te percatas. Pasa desapercibido. Una oportunidad perdida. Quizá llega y te sorprendes porque no le esperabas. La nueva presencia te cambia la agenda, incluso la vida. Vivir el ritmo litúrgico permite participar del dinamismo de un colectivo y ayuda a ir desfilando temas que son cruciales en la vida. Sin embargo, tu ritmo personal quizá sigue otros parámetros. El duelo de una muerte puede visitarte en tiempos navideños o la alegría de un nacimiento en tiempos cuaresmales.

Hojeemos el evangelio. Cuando Jesús llega a Jericó, se reúne mucha gente para recibirlo. Se trata del adviento grupal. Zaqueo, de baja estatura, tiene que subir a un árbol para verlo. Jesús le dice: «Zaqueo, baja en seguida porque hoy he de quedarme en tu casa.» Se produce el adviento personal, existencial: «Zaqueo baja aprisa, y con alegría, recibe a Jesús.» El cambio de vida no se hace esperar. Los fariseos preguntan a Jesús: «¿Cuándo ha de llegar el Reino de Dios?» Jesús les responde: «El momento es imprevisible. El Reino

de Dios ya está entre vosotros.» Hay advientos inesperados. ¿Cómo puedo descubrir la presencia de Dios en estas situaciones? Quizá no lo has encontrado, pero eso no significa que lo hayas perdido. No se trata de resolver un enigma, sino de profundizar en un misterio, tal y como escribe Eric-Emmanuel Schmitt.

Israel esperaba la venida del Mesías, de manera genérica, global. La incidencia sería más colectiva que directamente personal. María vivía en Nazaret. Era una muchacha virgen, unida por acuerdo matrimonial con un hombre llamado José. Si algún día llegara el Mesías, podía pensar, no sé si conseguiría verlo o hablar con él. ¡Sería tan poderoso y estaría tan solicitado! El momento es imprevisible y el anuncio le rompe todos los esquemas. Siempre que se produce una llegada trascendente… brota espontáneo el miedo, el temor. El cambio de planes de María es debido a un Adviento inesperado, que le lleva alegría.

En la vida cristiana tenemos mucha práctica de celebrar la liturgia del Adviento, ¿pero no dejamos perder demasiado a menudo Advientos inesperados por falta de vigilancia y discernimiento?

Lluís Serra i Llansana – CC – 5 de diciembre de 2021 – núm. 2202 – pàg. 24.

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