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Por Josep Gallifa .

Buena parte de los informes que se escriben sobre el futuro coinciden en que los tiempos que vienen serán complejos, a veces se describen en términos casi apocalípticos. Es también el caso del filósofo alemán Markus Gabriel que se ha hecho popular con su libro "Ética para tiempos oscuros, valores universales para el siglo XXI". Gabriel, el filósofo más mediático de Alemania, presenta también la solución para afrontarlos a partir de la Ética, fundamentándose en una postura que él denomina como "realismo moral" y es conocida también como "nuevo realismo". Se denomina así porque parte de dar estatus de "realidad" a los hechos morales. Hechos morales que son, según él, sobre "lo que es bueno", "neutro" o "malo" para todas las personas. Vale la pena que nos entretengamos en esta lectura, no porque consideremos que sea la única opción moral, sino porque es un signo de los tiempos que estamos viviendo y así animamos y comentamos brevemente una lectura de interés.

Comenzamos señalando algunas coincidencias con el profesor Gabriel de la Universidad de Bonn, posicionamientos que cuentan con un estilo siempre razonado, además de directo y claro. Podemos coincidir con él en la posibilidad de unos valores universales, o en las críticas al nihilismo y al relativismo de nuestro tiempo, tan extendido este último. Seguramente esta crítica del posmodernismo explica buena parte de la base de su popularidad. Podemos coincidir pues, más allá del estilo comunicativo que a menudo se presenta como un torrente desbordante de ideas, haciendo de vez en cuando afirmaciones controvertidas -algunas inexactas- pero que la pasión y la fuerza de la argumentación arrolladoras arrastran hacia el corriente principal, haciendo olvidar en este proceso algunos aspectos tratados como secundarios. Sin embargo algunos de estos aspectos son también importantes. Esto ocurre cuando de vez en cuando te paras y te preguntas: "Un momento, ¿puede ser que haya leído esto?"

Algunos aspectos pues los vemos bastante problemáticos. Por ejemplo Gabriel no acepta el pluralismo ético ni social, ni tampoco que haya una ética cristiana, y toma el estado social y de derecho como patrón del progreso moral humano. Deberíamos hacer un desarrollo detenido y más largo para tratar adecuadamente de todas estas cuestiones, pero simplificando mucho podemos decir:

Empezando por el último aspecto: El estado moderno ha sido fuente de progreso social, pero no siempre ha sido asociado a progreso moral o desarrollo humano. Es fácilmente constatable en la historia del siglo XX. El estado integra la pluralidad en varias formas, tal vez el estado alemán ha integrado incluso el pluralismo, pero no es una garantía de que sea así en todas partes y para siempre. Poner los avances legales del estado como prueba de realidad ética, lleva al joven filósofo renano a la justificación racional en su ética por ejemplo del matrimonio homosexual o del aborto, es decir que ve como racionalmente morales aspectos que son claramente inmorales en otras éticas, si aceptara la pluralidad, claro. Por mi parte no quisiera parecer ahora más moralista que un experto en moral, ¿verdad ?, pero no se me ocurre una auto-refutación más clara de esta forma de entender los principios éticos iguales para todos sin aceptar ningún tipo de pluralidad ética.

Parece que Gabriel no se dé cuenta de los aspectos inconscientes del comportamiento humano, la influencia que tiene en los comportamientos la antropología y la psicología de los grupos humanos. Hay valores y cosmovisiones de grupo que, para los que los viven, son tan reales como lo puedan ser los valores morales. Son cosmovisiones o "valores-meme", estructuras culturales que se llaman así porque se repiten en diferentes contextos y que han sido identificados por la psicología de los grupos. Por ejemplo los valores-meme tribales, feudales, mítico-imperiales, modernistas, posmodernos, etc. Estos valores condicionan cuestiones como el papel que tiene la ley en la sociedad y cómo se interpreta, la forma como se debe entender la sumisión del individuo al grupo, la consideración y límites de la autoridad, el tipo aceptado de participación en las vivencias colectivas, etc. ¿Cómo puede ser que si los grupos humanos viven su identidad colectiva como real para Gabriel, en cambio, la cultura y la identidad no son reales? Hemos de decir que son como mínimo igualmente "reales" y que condicionan indefectiblemente la interpretación de los principios morales, de ahí su variabilidad.

Estamos con Gabriel que desde los valores universales derivan los principios morales, pero la ética se basa también en la jerarquía de valores en conflicto, entendidos de manera diferente según la antropología y psicología colectiva del grupo humano, según las cosmovisiones. Es decir las normas morales, como hemos expuesto, se interpretan, se sea más o menos consciente de ello, desde las construcciones menudo inconscientes de grupo. De ahí la irreductible pluralidad que también detecta Gabriel en los principios morales. Esto no impide que haya valores universales, pero se llega desde diferentes puntos de partida. Unos más arcaicos otros más evolucionados, si se quiere, pero igualmente válidos desde el punto de vista antropológico. No es la oscuridad de los tiempos que esconde los principios, sino su condicionamiento por la antropología humana y su carácter evolutivo.

Sobre el pluralismo: Gabriel niega el pluralismo porque hay unos valores universales. Esto le lleva a afirmar cosas como que "Los alemanes somos como los andaluces pero con más dinero" (sic). Y esto ocurre con las diferencias culturales por no aceptar el pluralismo cultural ni ético. Nos parece que es mucho más adecuado partir de las realidades diversas y llegar a los valores universales desde las diferentes opciones. El pluralismo nos parece inevitable.

Existe una ética cristiana. El filósofo cristiano católico Alasdair MacIntyre, pone de manifiesto que más que en los principios morales la ética cristiana se basa en la transformación personal del carácter. Recuerda Aristóteles cuando decía que la vida buena (eudaimonia) se basa en la virtud (areté), aunque hay que precisar que la areté griega no es lo mismo que la bondad o la virtud cristiana. La vida virtuosa es la que lleva a la vida buena de Aristóteles, así pues para "conectar con la vida" se requiere la virtud, la transformación. Sí que hay pues una ética cristiana que no es sólo seguir unos principios racionales externos por bien pensados ​​que estén.

Es lo que les pasa a algunas éticas racionalistas, que están tan bien pensadas que son útiles cuando todo va bien y cuando la vida es fácil. Sin embargo no lo son tanto cuando la vida se vuelve difícil, cuando hay conflictos. Y ¿no habíamos quedado que los tiempos eran difíciles? Los seres humanos tenemos una gran capacidad para auto-engañarnos, y más en tiempos difíciles, creemos que lo controlamos todo y no auto-limitamos nuestro ego por unos valores más allá de nosotros mismos. En estos tiempos a venir será pues mucho más útil la ética de la transformación personal hacia la virtud, la transformación del carácter, más que seguir unos principios simples.

La Ética de la transformación personal puede parecer más ingenua, pero sólo cuando hay una masa crítica para la transformación de muchos puede evolucionar genuinamente el mundo en la dirección del desarrollo humano integral. Es el auténtico hito humano, más en tiempos oscuros, que dice Gabriel. Y para empezar hay que implicarse en transformar el mundo más cercano. Nada puede sustituir la necesidad de discernir cada uno desde donde esté, desde su cosmovisión y ética, sea científico, tecnólogo, educador, comunicador, innovador social o pensador moralista. Además cuando la transformación está avanzada el mal también se puede transformar.

Gabriel es interesante y divertido de leer, porque desde su cosmovisión neo-ilustrada es muy consistente: niega que la moral tenga nada que ver con el altruismo, descarta el pensamiento evolutivo y expresa las opiniones con un marcado pero atractivo individualismo . Tiene sin embargo una perspectiva optimista, con propuestas muy interesantes como la nueva ilustración, el imperativo cosmopolita, o la humanidad como comunidad global con un destino compartido.

Los problemas complejos, sin embargo, no parece que se podrán abordar con principios éticos simples, sino que hay que salir de la zona de confort, se necesitan éticas de la transformación personal como la ética cristiana, desde la que se puede llegar a los valores universales. Quizás porque está muy avanzada la postmodernidad pero el pluralismo será inevitable, y por eso nos parece más apropiado y necesario el ejercicio de realismo y la necesidad de diálogo y amistad social con los diferentes o diversos como propone el Papa Francisco en la Fratelli Tutti.

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