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Por Jordi Llisterri i Boix .
Francesc en la missa a Santa Marta sense fidels

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Me van a perdonar que en este momento empiece por el Código de Derecho Canónico. "Si por falta de ministro sagrado u otra causa grave resulta imposible la participación en la celebración de la eucaristía es muy recomendable que los fieles tomen parte en una liturgia de la Palabra (...) o dediquen un tiempo a la oración personalmente o en familia, o si es oportuno, en grupos de familias (Canon 1248.2) ". Me remarca este artículo una autoridad eclesiástica ante el debate de si hay que suspender las misas o si se debería hacer una exención general del precepto dominical.

Las indicaciones eclesiásticas de los últimos días son más recomendaciones y llamadas al sentido común que no órdenes (a pesar de la fama de rigidez que tiene la Iglesia). Primero sentido común en las medidas higiénicas. Después de las directivas del miércoles de la Generalitat, sentido común en evitar concentraciones y movilidad. Y en todo momento, sentido común con la gente mayor que es población de riesgo y que puede seguir la misa por la tele o la radio o que los hijos se la pueden poner por internet.

Hay, pues, que dejar de ir a misa? O suspenderlas para que la gente no vaya? Lo que hay que hacer, como también se ha repetido estos días, es seguir las indicaciones de las autoridades. Una respuesta sensata la han dado en Igualada. De manera coordinada las parroquias y los templos de los religiosos abiertos al culto han reorganizado los horarios de culto para garantizar la oferta. Desgraciadamente, para respetar las normas de aforo de un tercio del recinto en el caso de la misa no hay que preocuparse mucho. Hay que garantizar la separación prudencial entre los asistentes y asegurar la higiene del recinto.

Es bueno dejar las decisiones prácticas en manos de cada comunidad, siempre que atiendan las indicaciones generales. Como también es bueno, mientras no se decrete gubernativamente el contrario, que en estos momentos de angustia y desconcierto exista la posibilidad de asistir a una misa. Miremos a Roma. Aunque la diócesis ha planteado cerrar todos los templos, finalmente se mantendrán abiertos algunos centros parroquiales donde se pueda garantizar la higiene. El vicario de Roma ha apelado a "el riesgo para las personas a sentirse aún más aislados". También de deberia ser imaginativos proponiendo o potenciando iniciativas de oración o acompañamiento virtual. En Italia proponen que el 19 de marzo a las 21 horas todo el mundo rece al mismo tiempo el rosario desde casa. Una iniciativa de piedad popular que puede ayudar a acompañar mucha gente sola en casa.

Por ahora, si no se decreta una cierre masivo en casa, creo que no hay una directiva para prohibir las misas. La "causa grave" del Código de Derecho Canónico que exime del precepto dominical es más que evidente que ya existe. El precepto obliga si no existe una razón seria para saltárselo, y una epidemia desconocida es una causa bien grave. Aún más para gente mayor mucho más vulnerable al virus. No es el momento de ir a misa para cumplir una rutina o un precepto estornudando. Por tanto, no hay que angustiarse si no se va a misa los próximos domingos pero también esta bien que haya la posibilidad para quien lo necesite, y que en el modo de hacerlo no ponga en riesgo a otras personas, pueda ir. La misa no es solo un acto social. O, si llega el caso, al menos mantener abiertos algunos templos. Lo que no hay que hacer es mantener diez misas el fin de semana en parroquias a pocos metros de distancia.

Un factor para reorganizar las misas también es que tenemos muchos sacertotes mayores, que no es necesario exponer inútilmente. Pero nadie duda de las excepciones de movilidad que se hace de personal sanitario, de las fuerzas de seguridad y protección, de los transportes... para garantizar la atención, la seguridad y el abastecimiento de la población. O los mismos periodistas para que la gente esté informada. El acompañamiento espiritual, la visita a los enfermos, el confort a través de los sacramentos, también es un servicio que deben dar en estos momentos los curas que pueden hacerlo. Esto es lo que pedía este viernes el papa Francisco a los sacerdotes y que seria extensible a todos los cristianos.

Desde hace unos días se habla mucho del testimonio de los cristianos atendiendo o dando sepultura a los leprosos o apestados durante la Edad Media sin miedo a morir en esta obra de misericordia. Es cierto, pero estamos en otro escenario. Es un gran testimonio pero ahora existe el conocimiento científico que nos dice que estas heroicidades también pueden contribuir a la expansión de las enfermedades infecciosas. Y que haciendo un bien tal vez se acababa empeorando un mal. Los cristianos ponen la vida en manos de Dios, pero Dios también les da recursos y entendimiento para ver que es lo más sensato.

Por eso mismo, las parroquias han cerrado sus servicios y reuniones, pero se están organizando para mantener la atención a las personas sin recursos. Cáritas no cierra.

Y también es el que en estos momentos se espera de las comunidades religiosas. Que no se cierren las puertas a lo que puede generar esperanza y confianza.

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