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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa

Los partidos políticos, los tribunales de justicia, los medios de comunicación… están desprestigiados en la opinión pública. Se desconfía de ellos. No obstante, la generalización corre dos riesgos evidentes: meter a todos en el mismo saco y cuestionar en exceso unas instituciones necesarias en democracia. No todas las personas son iguales, pero todas estas instituciones son imprescindibles. Los medios de comunicación, sea por determinados periodistas, sea por determinadas empresas, sea por unos y otras a la vez, evidencian a menudo unas carencias y un grado de manipulación altamente preocupantes. A veces, he conocido algunos hechos de primera mano y, cuando los veo publicados, alucino. Son frecuentes unas confusiones periodísticas, que dificultan el acercamiento a la realidad y a la comprensión de la misma. Destaco tres.

Primera, confundir información y opinión. La primera se refiere a la realidad de manera objetiva. Ir a los datos de la noticia. La opinión apunta al mundo subjetivo, al análisis de los datos o a lo que piensa la persona que escribe o que habla. Los datos objetivos pueden generar distintas opiniones, incluso algunas opuestas entre sí, según quién las emita. Colar una opinión como si fuera un dato objetivo distorsiona la comprensión y representa una amenaza al espíritu reflexivo. Un periodista que ofrezca datos permite que la persona destinataria de su información pueda hacer su propio análisis sin interferencias manipuladoras. Si el periodista da su opinión, sin confundirla con la información pero basándose en una descripción de la misma, favorece el diálogo y el pensamiento. Riesgo: la desvinculación de la realidad.

Segunda, confundir hechos y relatos. Viene a ser una variante de la situación anterior, pero con unos matices preocupantes. Ya no se busca la verdad de los hechos, sino que se pretende producir un impacto en los destinatarios en una determinada línea. No se gasta tiempo en conocer lo que ha sucedido, sino en construir una burbuja mediática que se imponga en la mentalidad pública. Aquí es donde se observan intereses extraperiodísticos. ¿Por qué un medio concreto se ensaña con una determinada persona o institución de manera prácticamente obsesiva? Ni guarda relación con los hechos ni hechos similares producidos por otros autores reciben el mismo trato. Hay gato encerrado e intenciones ocultas. Riesgo: la desvinculación de la verdad.

Tercero, confundir periodismo de investigación con periodismo de denuncia y con periodismo de filtración. Una amalgama nada fácil de descifrar. Cuando la denuncia no se basa en datos obtenidos por una investigación llevada a cabo con rigor y contrastados suficientemente, se convierte en una explosión descontrolada. La filtración de noticias falsas, la omisión de datos que silencia el periodista porque no abonan su tesis, son prácticas abominables. Hay trabajos extraordinarios de investigación. Otros, incluso premiados endogámicamente, carecen de consistencia, valor y ética periodística. Riesgo: la desvinculación de las fuentes fiables y contrastadas.

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