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La Asunción. Ciclo C.
Barcelona, ​​15 de agosto de 2016, lunes

Hoy es fiesta grande para los creyentes del mundo entero. Una fiesta que es el eco del anuncio pascual: Cristo ha resucitado.
También María ha sido resucitada por Dios.

Aquella mujer maravillosa que supo acoger como nadie la salvación que se le ofrecía en su propio hijo, ha alcanzado la vida definitiva.
La que supo sufrir junto a la cruz la injusticia y el dolor de perder a su hijo comparte hoy su vida gloriosa de resucitado y nos invita a caminar por la vida con esperanza.
La Asunción de María es una fiesta que confirma nuestra esperanza cristiana: hay salvación para el hombre, hay vida definitiva que ya se ha cumplido en Cristo y que le ha regalado a María en plenitud.
Hay resurrección.

María es la madre de nuestra esperanza. Se ha realizado en ella lo que esperamos para nosotros.
Pero María es, sobre todo, Madre de esperanza para los más pobres y crucificados de este mundo porque Dios es el Dios de los pobres.
María se alegra de esto: del Dios de los pobres y humillados, del único Salvador de todos.

"El Dios que derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos."
Estas palabras no son de ningún profeta agresivo ni de ningún guerrillero violento, sino que han brotado de la ternura, transparencia y gozo que laten en el corazón de María.

¡Ojalá latan también en nuestro!

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