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Pascua de Resurrección. Ciclo C.
Barcelona, ​​27 de marzo de 2016.

Después de la Resurrección, los Apóstoles ya no volvieron a ser los mismos.
El encuentro con Jesús, lleno de vida después de su ejecución, transformó totalmente los discípulos.
Todo lo empezaron a ver de una manera nueva.
Dios era ressucitador de Jesús. Y muy pronto sacaron las consecuencias.

Primera: Dios es amigo de la vida.
Ahora sí que no había ninguna duda. Lo que había dicho era verdad: "Dios no es un Dios de muertos sino de vivos."
Los hombres podrán destruir la vida de mil maneras, pero si Dios ha resucitado a Jesús, esto significa que sólo quiere la vida de sus hijos.
No estamos solos ni estamos perdidos ante la muerte. Podemos contar con un Padre que, por encima de todo, incluso de la muerte, nos quiere ver llenos de vida. De ahora en adelante sólo hay una manera cristiana de vivir. Y se resume así: Poner vida en donde otros ponen muerte.

Segunda consecuencia: Dios es de los pobres: lo había dicho de muchas maneras. Pero no era nada fácil creerle. Ahora es diferente. Si Dios ha resucitado a Jesús, quiere decir que es cierto, es verdad: Bienaventurados los pobres porque tienen a Dios.
La última palabra no la tiene el emperador Tiberio ni el procónsul Pilato.
La última decisión no es de Anás ni de Caifás.

Dios es el defensor último y máximo de los que no interesan a nadie.
Sólo hay una manera de parecerse a Dios:
–defender los pequeños
–los indefensos
–los insignificantes.

Tercera consecuencia: Dios resucita a los crucificados.
Ante la injusticia criminal de los que han crucificado Jesús, Dios reacciona. Si lo ha resucitado es porque quiere introducir justicia por encima de tanto abuso, tanta crueldad como se cometen en el mundo.
Dios no está del lado de los que crucifican. Está con los crucificados.
Sólo hay una manera de imitarlo: estar siempre al lado de los que sufren, luchar siempre contra los que los hacen sufrir.

Cuarta consecuencia: Dios ha resucitado a Jesús.
–el rechazado por todos ha sido acogido por Dios.
–el despreciado y menospreciado ha sido glorificado.
–el muerto está más vivo que nunca.

Ahora sí sabemos cómo es Dios.
Un día, Él enjugará todas nuestras lágrimas y no habrá ya muerte, ni habrá gritos ni fatigas. Todo esto ya habrá pasado para siempre.
Todo lo que tiene relación con Jesús, tiene relación
–con la vida
–con la felicidad
–con el disfrute
–con el disfrutar de vivir.

Y, por supuesto, con la esperanza cierta de una vida más allá de la vida y sin ningún tipo de limitación.

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