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Por Jordi Llisterri i Boix .

Bueno, en realidad el título correcto era "De 1 a 3", pero después del Madrid-Barça quedaba mejor. Porque de 1 a 3 consultores catalanes en el Vaticano es el marcador que se ha conseguido esta última semana. Triplicando.

Al monje de Montserrat y rector del Colegio Griego de Roma Manel Nin, consultor en la Congregación para las Iglesias Orientales, esta semana se han sumado Xavier Morlans en Nueva Evangelización y Francesc Torralba en Cultura. Junto con el activista y admirador de CatalunyaReligió.cat Josep Miró i Ardèvol al Consejo para los Laicos, y con Josep Maria Cullell como asesor económico, esta es la selección de catalanes vinculados como miembros, consultores y asesores en los organismos vaticanos -si no me he descontado y dejando en otra liga a los mitrados-. Es decir, personas que no trabajan ni dependen, pero que tienen relación directa con la Santa Sede.

Evidentemente es una buena noticia primero por el perfil de los elegidos. Morlans y Torralba son de lo mejor que podemos mostrar al mundo. Es, sobre todo, un merecido reconocimiento ya que, a efectos prácticos, sólo conlleva más trabajo y más reuniones para hacer un servicio a la Santa Sede. Pero pocos son los llamados que son elegidos como consultores entre todos los católicos de todo el mundo.

Por extensión es también un reconocimiento a la Iglesia catalana. Coincide con dos personas de la Iglesia de Barcelona que han trabajado para el resto de diócesis catalanas; Morlans aportando su experiencia pastoral en varios obispados, y Torralba a quien no le queda comarca donde no haya "predicado" y que además de su labor docente en Barcelona también le han confiado la formación en el obispado de Urgell.

Pero además de los méritos propios y colectivos, estos nombramientos pontificios también muestran de qué sirve cuidar las relaciones romanas. Si Ravasi o Fisichella han propuesto a Torralba y Morlans es porque conocen y aprecian la realidad y las personas de la Iglesia que se mueve en Cataluña. Ni más ni menos que en otras, pero la nuestra la conocen de primera mano y por lo que les cuentan gente de aquí que va por allí, no por cuatro tópicos gastados. Una red que se amplía con dos embajadores más.

Resumiendo, dos nombramientos pontificios que reconocen que desde las diócesis de Cataluña se tiene algo que aportar al resto de la Iglesia católica. Y este es el reto más importante. Más que por la vanagloria y la exaltación, estos dos nombramientos son, sobre todo, una nueva exigencia. La exigencia de la creatividad y la excelencia colectiva para poder aportar lo mejor.

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