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Por Jordi Llisterri i Boix .

Ya me perdonarán que añada algunas notas innecesarias después del comentario que ha escrito el periodista Juan Rubio a la respuesta del papa Francisco en La Vanguardia sobre "el conflicto entre Cataluña y España". El papa no es italiano, pero es el obispo de Roma, y, a pesar de la internacionalización de la cúria, vive principalmente entre italianos. Y, de entrada, para un italiano de orden es imposible de entender que alguien se plantee romper la unidad estatal que a ellos les costó tanto conseguir. Y el ejemplo más cercano, la Padania, no es un ejemplo que nos ayude mucho. Y el papa no es italiano, pero es argentino. Y, de entrada, la idea de Madre Pátria, pesa. En este sentido, era mucho más fácil que el bávaro Ratzinger comprendiera la complejidad identitaria y lingüística europea.

Así, ni el contexto de la curia Romana, ni la trayectoria vital del papa Francisco, ni el peso que tiene la embajada española en Roma, ni la mejorable política eclesiástica catalana en Roma, facilitan de entrada la simpatía papal hacia el caso de los catalanes.

Pr ello, es normal que el discurso retórico a favor de la unidad o el peligro de romper la convivencia, entren muy bien en el argumentario vaticano. Y de aquí se deriva que "la secesión de una nación sin un antecedente de unidad forzosa hay que tomarla con muchas pinzas" (que por cierto, seria bueno saber cuál es sentido que dan argentinos a esta expresión que no denota exactamente lo mismo en catalán que en castellano). Recordemos que el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, cuando dijo que la Santa Sede "no dedía entrar en la cuestión catalana", ya habló de "prudencia" y "de los grandes principios que son los del bien común y el respeto a cada uno".

Llegados a este punto, hay otra obviedad. Este es el contexto, pero el papa ni es corto ni un desinformado.

Así, fíjese bien en la respuesta del papa. Muestra la lógica "preocupación" por cualquier división. Es decir, de entrada no. I satisface lo que esperan los actores con más peso político en el Vaticano. Pero cuando se pregunta si en este caso se puede aplicar la idea de "culturas tan diversas que ni con cola se podían pegar", no se moja diciendo que "se debe estudiar caso por caso", "que habrá casos que serán justos y casos que no lo serán". "Escocia, la Padania, Cataluña..." ya ve que en todo no se puede usar la misma vara de medir.

Obviamente, pues, el Papa no se dedica a proclamar la adhesión a la causa soberanista, por la que de entrada no muestra un gran entusiasmo. Pero también queda claro que ha tenido fuentes suficientemente diversas para entender que es un tema muy complejo, que no todo el mundo lo ve igual y que hay que analizar cada caso.

A algunos les parecerá poco, pero en el contexto yo creo que es mucho. Y, cogiendo los argumentos de la respuesta de Francisco, para los que reclaman una consulta sólo se trataría de mostrarle si en el caso catalán hay elementos "unidad forzosa" y ofrecer algunos argumentos para ayudarle a "analizar" si "el caso es justo o no es justo". Por tanto, no se trata de responder al papa Francisco, se trata de explicarse más y mejor. Y con la prudencia y estrategia que pide un terreno muy pantanoso.

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