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Domingo 4º de Pascua. Ciclo A
Barcelona, ​​11 de mayo de 2014

El evangelio de Juan nos presenta a Jesús con imágenes originales y hermosas.
Quiere que sus lectores –nosotros hoy– descubran que sólo Jesús puede responder plenamente a las necesidades más fundamentales de la persona humana.
¿Quién es Jesús?
Jesús es el pan de vida: el que se alimenta de Él no tendrá hambre.
Jesús es la luz del mundo: quien le siga no caminará ni a tientas ni a la oscuridad.
Jesús es el Buen Pastor: quien escuche su voz, encontrará la vida eterna.

Entre estas imágenes, hay una, humilde y casi olvidada, que nos ofrece un contenido profundo.
"Yo soy la porta" –nos dice Jesús.
Así es Jesús: una puerta abierta.
Quien le sigue cruza un dintel que le conduce a un mundo nuevo. Es decir: una nueva manera de entender y de vivir la vida.

El evangelista nos lo explica en tres puntos esenciales.

Primero: Quien entre por mí, se salvará.
– La vida tiene muchas salidas. No todas llevan al éxito ni nos garantizan la vida plena.
– Quien de alguna manera entiende Jesús y trata de seguirlo está entrando por la puerta acertada. No dañará su vida. Se salvará.

Segundo: El evangelista dice algo más. Quien entra por Jesús podrá salir y entrar. Tiene libertad de movimientos. Entra en un espacio donde puede ser libre, ya que sólo se deja conducir por el Espíritu de Jesús. No es el país de la anarquía o del libertinaje.
Entra y sale pasando siempre a través de esta puerta que es Jesús.

Tercero: El evangelista nos ofrece otro detalle: quien entre por esta puerta, que es Jesús, encontrará buenos pastos. No pasará ni hambre ni set. Encontrará alimento sólido y abundante para poder vivir.
Cristo es también la puerta por la que tenemos que entrar hoy los cristianos si queremos reavivar nuestra identidad.

Un cristianismo formado por bautizados que se relacionan con un Jesús mal conocido, vagamente recordado, afirmó de manera abstracta, un Jesús mudo que no dice nada esencial en el mundo de hoy, un Jesús que no toca los corazones... es un cristianismo sin futuro.

Sólo Jesucristo nos puede conducir a un nivel nuevo de vida cristiana mejor fundamentada, motivada y nutrida por el Evangelio.
Cada uno de nosotros podemos contribuir a que en la Iglesia de los próximos años se le sienta y se le viva de manera más viva y apasionada.
Podemos hacer que la Iglesia sea más de Jesús:
– más viva
– más auténtica
– más sugestiva
– más seductora

¿De qué depende que esto sea verdad?
Depende de ti.
Depende de mí.
Depende de nosotros.

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