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Por Lluís Serra Llansana .
En Gerasa
El Mobile World Congress es el mejor escaparate para conocer los progresos de le telefonía móvil y adivinar líneas de futuro. Este artefacto representa la consolidación del individualismo, pese a que te permite conectarte con todo el mundo. Con un móvil puedes hacerlo todo. Sin él, no puedes hacer nada. Pero hay dos puntos que aún no se han resuelto de manera satisfactoria: la cobertura y la batería. Sin cobertura no hay conexión. Sin batería, tampoco. Estas dos características tienen una correspondencia simbólica con el mundo espiritual. En la comunicación con Dios, cobertura y batería son dos requisitos indispensables.
Primero, la cobertura. Puede parecer contradictorio porque Dios está en todas partes. Las palabras de Pablo aún resuenan en el areópago de Atenas: «En él vivimos, y nos movemos, y somos» (Hechos 17,28). No obstante, hay experiencias que prácticamente imposibilitan la vida espiritual. Cuando el ego se constituye en el centro vital de la persona, no hay espacio para Dios ni para los demás. El narcisismo, el orgullo, la autosuficiencia impiden captar las señales del Espíritu. La fragilidad, en cambio, no. La insensibilidad hacia el sufrimiento ajeno indica falta de cobertura. La corrupción, la injusticia, el afán de riquezas, la frivolidad, el ansia de poder, la mentira… crean interferencias y entorpecen la comunicación espiritual. Acaso se mantengan unas apariencias, pero no hay relación profunda.
Segundo, la batería. Con tantas actividades que pueden realizarse con el móvil, la batería se consume pronto. La conexión a internet, al wi-fi… agotan las reservas con celeridad. Para ello, hay que recargar la batería con frecuencia. Los investigadores están pensando en soluciones que alarguen el tiempo de servicio sin necesidad de recarga. En la vida espiritual, hay que recargar la batería con frecuencia. No es raro que Pablo escribiera: «Orad sin interrupción» (1 Ts 5,17). Una vida espiritual, una vida cristiana consistente, requiere una alimentación continua. Plegaria, lectura espiritual, meditación, ejercicios espirituales, silencio interior, vida en grupo, rezo de los salmos, formación teológica, solidaridad, participación en actividades parroquiales, celebración eucarística, sacramentos, devociones como el Rosario… Todas estas prácticas recargan la batería. Unas son de mayor calado, pero todas pueden ser útiles según el proceso de cada uno.
¿De qué sirve el móvil sin cobertura y sin carga en la batería? No basta tener un artilugio. Hay que poder usarlo. En la vida espiritual ocurre lo mismo. Quien afirma ser cristiano, pero no practicante, ¿qué quiere decir? ¿No será como tener un móvil sin cobertura ni batería? La vida espiritual se debilita si no se alimenta, así como tampoco puede captar los mensajes si vive en situaciones sin cobertura. ¿Por qué lo que aparece tan claro en el mundo de la tecnología se olvida con frecuencia en el mundo del Espíritu?
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