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Domingo VI del tiempo ordinario. Ciclo A
Barcelona, ​​16 de febrero de 2014

Lo que más claro deja Jesús aquí, es que la mejor relación posible con Dios no se juega ni se concreta en la relación con Dios sino en la mejor relación posible con las personas.
Este y solo éste es el buen criterio.
La religiosidad de Jesús se vive en la alteridad.
¿Qué significa esto?
Sencillamente: pretender estar bien con Dios mientras se mantienen relaciones turbias, o distantes o perversas con otras personas, es el peor engaño, la más terrible mentira en la que suelen caer y recaer las personas religiosas.

– Primero: aléjate del altar si sabes que alguien tiene alguna queja seria contra ti.
– Segundo: no digas nada que pueda molestar u ofender a alguien.
– Tercero: antes de ir al juzgado de guardia, arregla amistosamente tus problemas.
– Cuarto: que no te domine nunca el deseo de apropiarse de lo que no es tuyo.
– Quinto: nada de jurar. Tu credibilidad debe descansar en tu palabra. Deja a Dios tranquilo.

¿Lo tenemos en cuenta, nosotros, esto?

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